Capítulo 4

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El camino hacia el departamento de Demián fue corto. Sorprendida se quedaba corto a como me encontraba en aquel momento.

Demián vivía en una de las zonas más lujosas de la zona. Cuando bajamos del auto Demián cargo a un muy dormido Abel. Caminamos hacia la entrada después de que le puso la alarma a su auto, un señor de unos cuarenta años estaba detrás de un escritorio pero más alto. ¿Se le llamaba recepción?.

-Oh, joven Demián, ¿Se encuentra bien?. -El señor se acercó a ambos.

-No te preocupes Adolfo, tuve un pequeño percance. -Iba a empezar a caminar pero se detuvo y volvió a mirar al señor Adolfo. -Por cierto, a partir de ahora la señorita se quedará a dormir en mi apartamento.

Sentía mi rostro caliente, espero que no se me notara. No quería que el señor tuviera una impresión que no era de mi.

-Pues, mucho gusto señorita. Me llamo Adolfo, cualquier cosa que necesite me llama. -Le sonreí agradecida al señor.

-Muchas gracias.

Y así nos dirigimos al ascensor, ninguno de los hablaba pues ambos estábamos exhaustos, no físicamente si no, psicológicamente.

Desde que ingresamos al estacionamiento todo mundo se percataba que no eran simples departamentos. El lujo emanaba por todas partes, las puertas, los autos, la zona, el edifico, la recepción, todo.

Demián presionó el botón que tenía el número cinco de los treinta números que había ahí. Vaya, al menos no estaremos en un lugar tan alto, no me gustaría despegar mis pies de la tierra (literalmente).

No tardamos en llegar al piso indicado, Demián me indica salir primero, le muestro una sonrisa tímida y el me la devuelve.

Camino por el pasillo que claramente demuestra muuuucho lujo además, es muy largo, hay aproximadamente unas veinte puertas por ambos lados.

-Astrid....

La voz de Demián me saca de mis pensamientos, me volteo y lo veo unos metros antes, bastantes diría, mi cara comienza a arder nuevamente, camino hacia el y veo la puerta que tiene el número 93, mete una llave en dónde va y abre la puerta, esta vez entra primero con aún Abel, después abre por completo la puerta y me deja entrar para después cerrarla con cuidado.

-Ven, te mostraré donde se quedarán.

Yo no puedo reaccionar, este lugar....está fuera de mi imaginación, muy por debajo de hecho. Si el estacionamiento, la recepción, el elevador y el pasillo me había sorprendido, el departamento me había dejado enmudecida.

El lugar tenía impregnado su olor, sin ser pervertida, me gustaba. Sentía que ese lugar, dejando de lado todos los lujos y moderno, podía llamarlo hogar.

No me había sentido este sentimiento de tranquilidad hace......mucho tiempo.

-Astrid....

Demián me indica que lo siga y es tan vez si lo hago, puedo darme la oportunidad de observarlo con detenimiento, se desde ahora podré hacer más seguido pero, ahora estoy tan.....no sé cómo decirlo....no hay palabras para describir lo que siento.

Desde donde estoy, puedo ver la cocina, la sala, el comedor y pasillo que lleva a los cuartos.

Frente a la sala hay una especie de pared dejada para después en la parte inferior poner una chimenea y arriba una gran pantalla. Había espacios a los lados de modo, que desde el lado izquierdo se veía la cocina e incluso había una barra para desayunar supongo.

A la izquierda de la "pequeña" sala, se encontraba un comedor para seis personas y a la izquierda de este, había un pasillo que conducía hacia los cuartos tenía una luz tenue y la decoración de este era lo más sencillo de todo desde que llegué.

Inefable © | CompletaWhere stories live. Discover now