Capítulo 1: Idiota al rescate.

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Jackson

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Jackson.
  
No sé cuándo empezó mi pasión por nadar.

Cuando era más chico mi padre era el que me obligaba a venir; pero a medida que pasaban los años, un amor por este deporte creció en mí y ni siquiera me había dado cuenta.

Sentir el agua resbalar por mi cuerpo, mis músculos queman y se entumecen con cada brazada.

Es mi única forma de olvidar todo. De sentirme libre.

De olvidarlo a él.

Al menos durante la hora y media que dura el entrenamiento.

Me despido de mi profesor.

—Jackson, no olvides que el domingo tienes competición.

Asiento sin más y me dirijo a las duchas. No hay nadie allí, ya es la hora en la que está por cerrar el club, mi horario favorito.

Dejo que el agua recorra mi cuerpo; trato de que se lo lleve a él también, quitar los besos que dejó en mi piel, las caricias que fueron sin amor.

No me amaba. Nunca lo hizo.

Cuando me dijo que nunca me amó lloré en frente suyo, odiándome por ser tan débil.

Se podría decir que me usó. Aunque lo amo demasiado como para odiarlo por ello. Me usó para olvidar a su actual novio, mucho no le funcioné. Sé que él me quiere, pero como amigos.

¿Por qué no puedo simplemente borrarlo de mi corazón? ¿Qué me hiciste, Elliot?

No dejo de pensar en él, de recordar todas las veces que me dijo que me quería, ahora que lo pienso eran mentira. Todo fue una mentira.

Lo que más me duele es que sigamos siendo amigos. Es decir, él me lo ha pedido y yo he aceptado como un tonto enamorado. Creí que al aceptar ser su amigo, el amor volvería a surgir. Ahora tengo que verlo y fingir que no quiero besarlo.

Mis lágrimas caen pero se vuelven invisibles en mis mejillas gracias al agua.

Lástima que él no puede volverse invisible en mi corazón.

Si me preguntaran cómo lo conocí... Las casualidades de la vida. Su madre se juntó con mi padre, sin embargo ahora están separados, mi padre le fue infiel. Así que no es como que seamos hermanos.

Pero él siempre estuvo enamorado de alguien más...

Apago la ducha y salgo. Ni siquiera me preocupo por cubrirme, no hay nadie de todas formas.

—Wow, no quería ver tanto en mi primer día de trabajo.

Una voz masculina me hace saltar y cubrirme instantáneamente.

—¡Ah, no hace falta que te cubras! Yo tengo lo mismo. —vuelve a hablar, sin despegar la vista de mí y no me está mirando exactamente a los ojos.

Green.Where stories live. Discover now