Naomi lo escuchaba con atención. Definitivamente había mucho más de lo que ella creía dentro de ese hombre, mucho más para descubrir...

-No tienes que hacerlo si no quieres- continuo él- No estas obligada, lo entiendo.

Se tomó un momento para responderle, su cabeza era un torbellino y no quería decir cosas que traicionaran sus sentimientos.

-A esta altura- respondió por fin- deberías saber que nunca hago nada por obligación... y nunca dije que no quisiera hacerlo.

A él le volvió el alma al cuerpo.

-Pero...-prosiguió ella señalándolo con el dedo-quiero hablar con el médico, quiero saber en qué me estas metiendo.

-Por supuesto!- dijo Orlando. La sonrisa que cruzo su cara a ella se le antojo gloriosa, pero prefería no hacerse ilusiones.

-Entonces... ¿te quedas conmigo?

-Primero, voy a hablar con Richard, luego te contesto.

Para Orlando la respuesta ya había sido dada. Suspiro aliviado.



Richard apareció al rato. Había conseguido conformar a Sam, que lo había atacado a preguntas antes de irse, dijo, y ahora quedaba acordar con su paciente las condiciones para que se fuera.

Volvió a explicar todo, para que Naomi lo escuchara y, para que negar, también para que a Orlando se le grabara.

-El tema de la medicación... Veamos...-revisaba sus notas- vas a tener unas vitaminas a diario, hay unas inyecciones que te vas a aplicar una vez al mes, al menos durante... seis meses. Y después esta la medicación específica para tu anemia, esta es la parte difícil...

-¿Difícil, en qué sentido?- pregunto Naomi.

-Como te explico... No hay una dosis fija para esto, depende del estado de cada paciente, y de su respuesta. Hay que regularla, que encontrar la dosis correcta, ¿me entienden?

Ambos asintieron con la cabeza, así que el médico continuo:

-Y es un medicamento algo fuerte, es hierro puro casi. Eso significa que habrá efectos secundarios. es probable que te ataque el hígado, el estómago... Puedes tener desarreglos de ese tipo. Puedes tener nauseas o vómitos, hasta que el organismo encuentre su dosis y se adecue a ella. Eso llevara unos días... y no te vas a sentir nada bien, tienes que tener paciencia.

Orlando se froto el estómago, como anticipando el malestar.

-No tengo nada de hambre de todos modos, así que no habrá mucho que vomitar.

-Ahí está el punto al que quería llegar.-dijo Richard apuntándole con su lapicera- Eso es algo que no puedes hacer. Tienes que comer bien, sino... no hay modo, no te vas. Vas a tener que hacer un esfuerzo. Y ahora... vamos a la parte más complicada.

Orlando miro alternativamente a Naomi y al médico:

-¿Más complicada? No te entiendo...

-Esto... -señaló sus notas - es la parte que yo puedo hacer. Ahora viene la parte que tú tienes que poner, que es la más difícil... El cambio de hábitos, el cambio de vida. Creo que ya tuvimos esta conversación hace unos años, ¿recuerdas?

-Si..., no lo he olvidado. -respondió muy despacio.

-Y si bien creo, y repito, creo, que me hiciste caso en ese momento, hace muchos años también que no te sigo tan de cerca...

No contesto. Empezó a sentirse incómodo. La conversación estaba entrando en terrenos que no le gustaban, sobre todo delante de Naomi.

Richard noto su incomodidad, así que no siguió ahondando en detalles y se concentró en las cuestiones prácticas.

-En fin...- volvió a ver sus notas de forma casual- ¿Tienes trabajo previsto para estos meses?

-No... Pensaba tomarme un descanso... estar con mi madre.

-Es buena noticia entonces. El caso es que, por ahora, no puedes trabajar...

-¿No puedo?- pregunto incrédulo.

-No, para nada. Lo del descanso es literal. De lo que estamos hablando es de una vida ordenada, Orlando. Así que préstame atención, y tú también.-dijo dirigiéndose a Naomi.

-No puedes trabajar, tienes que descansar todo lo posible, dormir bien, comer bien... ¿Más claro? No trasnochadas, no bebida, no cigarrillos, no comida chatarra,... no sexo.

Hubo un silencio que el médico prolongo a propósito, para que sus palabras hicieran el suficiente efecto. Luego siguió:

-Y por supuesto ninguna tontería, como tirarte en paracaídas o saltar de algún puente como te gusta hacer.

-Hace tiempo que no hago esas cosas...-contesto él suavemente.

-Tanto mejor entonces...

Noto que Orlando se sentía un poco abrumado.

-¿Algo que me quieran preguntar?

-¿Puedo salir de la casa, o también estoy preso allí?-pregunto con ironía.

-¿No querías estar en casa? Pues es lo ideal. El tema es que tengas cuidado con los mareos, de no caerte o golpearte. Descansar, esa es la clave.., y paciencia, una enorme paciencia.

Naomi se había mantenido callada, y escuchado con atención. Estaba tomando conciencia de que no iba a ser fácil, pero todavía no imaginaba cuánto.

-¿Y que hacemos si... algo se sale de control, si tenemos algún problema...?- pregunto entonces, tratando de tener tacto al hacerlo.

-Yo voy a estar cerca, no te preocupes... Vivo a cinco calles de ahí, ¿no te lo dijo? Yo le recomendé la casa...-dijo Richard sonriéndole- Y voy a pasar todos los días..., por lo menos al principio. No se van a librar de mí, no crean.

Se levantó para salir y agrego:

-Te mando la comida en un rato. Haz un esfuerzo, si puedes comer bien, te puedes ir por la tarde. De ti depende.

Richard se marchó, y se quedaron solos, en silencio, por un rato. Finalmente él suspiro, echándose el pelo hacia atrás con las dos manos, en un gesto que a ella le gustaba mucho. La miro con las manos en la cabeza.

-¿Todavía quieres venir? ¿Estas segura?- le pregunto.

Ella asintió.

-Solo una pregunta, Orly. ¿Porque no quisiste una enfermera?

-Porque... no quiero una persona extraña en mi casa, no quiero alguien delante de quien tenga que fingir, si estoy triste o deprimido... No quiero tener que reprimirme o encerrarme en mi cuarto si tengo ganas de llorar o de gritar o...

No continúo. Se quedó callado con la cabeza gacha, luego agrego:

-Necesito alguien que entienda cuando no tengo ganas de hablar, a quien no tenga que explicarle lo que me pasa todo el tiempo...-levanto la cabeza y la miro a los ojos-...y eso solo lo he logrado contigo. Eres única, ¿nunca te lo dije?

Ella sonrió, esperando que no escuchara la velocidad a que latía su corazón, porque tuvo la sensación de que se escuchaba en todo el cuarto. Y no respondió nada. No sabía que decir.

Finalmente Orlando comió. No mucho, pero hizo su mejor esfuerzo, solo para no darle excusas a Richard para dejarlo dentro del hospital. Y tuvo éxito...

Al fin, por la tarde, pudieron irse a casa.


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DE LUCES Y SOMBRAS (#BlueStarAwards)Where stories live. Discover now