Manipulación

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Era toda una pesadilla, la más horrible, la más temida.

— ¡Cas! —Gritó Dean desesperado, podía darse cuenta de que algo no estaba bien— No sé qué ocurre contigo, pero si estás ahí y puedes oírme... No tienes que hacer esto ¡Cas!

Dean estaba asustado al ver a Castiel tan frío, tan distante. Ese no era Castiel, era otro. Al ver la resolución en el rostro del ángel que significaba un mundo para él, se asustó aún más.

— ¡Cas! ¡Defiéndete! ¡Este no eres tú! ¡Pelea!

La voz de Dean era fuerte, demandante y por un momento pensó que el Castiel de siempre volvía a él lo que le infundió fuerza y esperanza.

— ¿¡Qué cosa me hiciste, Naomi!? —escuchó como Castiel gritó y se encorvaba al parecer en una lucha por volver en sí intentando recuperar el control.

— ¿¡Quién es Naomi!? ¡Cas! —Dean se volvería loco si no descubría que le sucedía a Castiel.

De improviso, Castiel, le golpeó tan fuerte que lo hizo volar hacia la pared más próxima. Dean se sintió morir, no por el golpe ya que no era la primera vez que sufría uno de esos, sino porque era Cas quien lo golpeaba. No se había recuperado de la caída cuando el ángel lo tomó del brazo rompiéndoselo sin piedad.

El rostro de Castiel era tan indiferente y alejado del ángel enamorado de la humanidad que por un momento Dean tuvo miedo, miedo real de morir a manos de él. Y más cuando comenzó a golpearlo sin piedad, sin detenerse.

Dean se sentía entumecido por el ardor del rostro y el casi insoportable dolor en el brazo, pero era la actitud de Castiel lo que más lastimaba a ese cazador que daría todo por ese ángel que ahora era su verdugo. No podía entender ni su actitud ni su actuar.

En su lucha, la tableta ángel se cayó rompiendo el protector de piedra que la cubría y Dean tuvo claro que sea quien sea esa Naomi, la manipulación que tenía sobre el ángel era por la tableta que había escrito el escriba de Dios.

— ¿La quieres? —Preguntó Dean con la voz rota por el dolor de la traición— Tómala, pero primero tendrás que matarme —instó al ángel y no pudo evitar el temblor de miedo que lo atravesó al ver la resolución en Castiel sobre cumplir su petición.

Dean sabía que ese no era el ángel que significaba todo en su vida.

— ¡Vamos! ¡Hazlo! ¡Hazlo! —Gritó Dean todo lo que le permitió el dolor.

Castiel lo golpeo nuevamente con tal salvajismo que Dean ya no veía por un ojo y la boca la tenía hinchada y reventada.

Se sentía morir.

—Cas... —su voz salió como un ruego agónico— Este no eres tú, no eres tú —la voz de Dean era solo un sollozo.

En el fondo sentía que debía decirle algo más, había algo en su mente y mucho más adentro que luchaba por regresar. Un recuerdo, uno fuerte e importante tanto para él como para Castiel, pero no podía dar con ello.

— ¡Cas! Cas... Sé que estás ahí, que puedes oírme —Dean moriría antes de permitir que Castiel se perdiera por completo. Él no podía perderlo, no de ese modo— ¡Cas! Cas... soy yo, somos familia, te necesitamos... —no pudo evitar soltar un gemido de lamento, él necesitaba ser totalmente sincero, abrir su maldito corazón a ese ángel necio que era todo para él.

—Te necesito... ¡Cas!

Soltó Dean y sintió que eso último era lo más sincero y necesitado que nunca jamás le había dicho alguien. Era algo tan verdadero que incluso rivalizaba con el sentimiento de querer tener a sus padres con él. No, él no necesitaba a nadie más que a su hermano y a Castiel, aunque sabía que por razones diferentes.

Sam era su mundo, pero Castiel era su todo.

Una pausa extraña sucedió en Castiel al decirle aquello. Dean vio como soltó la espada ángel y era como si al fin pudiera haber llegado a él. Asustado, vio como recogió la tableta y una fuerte luz salió de ella volviéndose todo blanco.


Destiel: Te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora