Capítulo IV - ¿Recuerdos falsos?

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¡Oh, qué de sangre!
¡Tanta sangre, tan roja y tan bella!
Hanns Heinz.

El agua estaba en un equilibrio perfecto, ni demasiado fría ni demasiada caliente. Perfecta para permanecer horas y horas en ella, sin embargo aquel olor dulzón que desprendía lo incitaba a salir inmediatamente. Pero no podía hacerlo, su mente y cuerpo eran ahora dos entidades completamente separadas la una de la otra.
¿Podía un ser humano, o cualquier ser vivir así?
Quizás una cuestión más relevante era por qué estaba en la bañera -cuya agua comenzaba a adquirir un color rojizo algo turbio- en primer lugar, o por qué sentía que algo estaba incrustado en su abdomen. Se sentía tan cansado que solo deseaba que todo fuera una pesadilla causada por su incipiente locura. Así que cerró los ojos y trató de volver a la inconciencia pero la voz de Haise vibraba en su cabeza haciéndose añicos en el ensordecedor silencio. No lograba entender el significado de sus palabras, y no estaba seguro de hacerlo alguna vez.
El maullido de un gato resonó en la habitación.
Abrió los ojos.
Furuta se hallaba sentado sobre el borde de la bañera estremeciéndose de risa en silencio. Rápidamente la situación adquirió una claridad absoluta ante los ojos de Arima, y su respiración se aceleró de forma progresiva.
-¿Oh? Lo ha despertado Nana. No se preocupe lo haré callar de inmediato.
-Tú...tú no
Bruscamente, sin saber exactamente por qué, su cuerpo se estremeció. Entonces Furuta sonrió de oreja a oreja.
-No, claro que no soy el lindo, amable y servicial Furuta Nimura de este mundo, pero él también ha pensado en esto, de hecho ésta obra es producto de subconsciente. Me sorprende la cantidad de personas que lo odian -se llevó la mano a la cabeza con un gesto de pena-, <<demasiado perfecto para sentir algún tipo de amor por él>>, mencionó alguna vez Kaneki Ken, y supongo que él tiene la experiencia para decirlo, ya que hasta el día en que decidiste morir, controlaste los hilos de su destino. Pero él, ¿Qué fue para usted Kisho-san? ... ¿Un juguete? ... ¿Un hijo? ... ¿Por qué no lo mataste?
-Una esperanza. -respondió sin necesidad de meditarlo.
Furuta lanzó una carcajada lenta ya amarga que pronto se transformó en un rugido que reclamaba sangre. Finalmente Arima comprendió que iba a morir y sin poder evitarlo se sumió en la negra oscuridad, la oscuridad más absoluta que nunca antes había experimentado.

Cuando despertó -con la mente hecha cenizas y vacía- se hallaba tendido sobre una cama con sábanas blancas en una habitación iluminada brillantemente por la luz solar, y con un olor profundo de antiséptico.
Sasaki se encontraba sentado en una silla al lado de su cama, en su rostro advierte una tristeza que desea mitigar y de sus labios solo escapa una única frase, <<todo es culpa mía>>. Palabras que le son incomprensibles, ¿Cómo podría él tener la culpa?
Alargó la mano para acariciarlo.
Se detuvo.
-¿Estás bien Haise?
-Arima-san....... ha despertado, ha despertado. -lo repetía una y otra vez. Como si lo que veía no fuera suficiente para convencerse.
-¿Dónde estoy?
-En el hospital Keiyu. -le ayudó a sentarse con una ternura que él no había esperado de ninguna persona. -Voy a llamar al médico.
-Espera Haise, deseo hablar contigo antes.
-Lo escucho Arima-san.
-No debes confiar en Furuta, es peligroso
-¿Qué pasó realmente Arima-san? -preguntó Sasaki, poniendo las manos sobre las suyas. Había algo en esos ojos grises y fijos en él, que hizo que su corazón latiera de forma irregular. Sé que usted no trató de suicidarse.
-¿Por qué estás tan seguro Haise?
-Todo era demasiado dramático y elaborado como si fuera una puesta en escena. No quiero sonar insensible, pero tomar 35 antidepresivos, meterse en una bañera y luego apuñalarse en el abdomen, es algo que usted no haría.
<<No, yo cometería harakiri*>>, estuvo a punto de decirle pero se contuvo a tiempo.
-Entonces, quién lo atacó ha sido Furuta. -dijo, en su voz había duda-. Pero es imposible, él estaba en la firma de autógrafos.
-No lo sé con exactitud. Solo recuerdo la oscuridad, una sensación de asfixia y su voz...
-¿Su voz? -susurró con delicadeza, con una voz casi inaudible- ¿Está seguro que era la de Furuta?
-Lo estoy Haise.
En ese momento entraron Hirako y Koori acompañados del médico encargado quien fue directamente a revisar a Arima.
-¡Demonios Kishō, en qué estabas pensando! -la voz de Koori parecía tan angustiada y triste como la de Haise, a pesar de la ira con que estaba envuelta y no se calmó cuando Arima le respondió que no lo sabía. Al contrario, el aplomo con que lo dijo inflamó más su ira solo se calmó hasta que Hirako le dirigió una fría mirada fija.
-Claro éste no es el momento adecuado. -dijo Koori, con tono de disculpa, y añadió con preocupación. -¿Cómo lo encuéntra doctor?
-Todo parece normal, sin embargo realizaré más exámenes para estar seguros. -Sin dejar de escucharlo Arima observó a Sasaki, era extraño que el contacto suave de su mano aún persistiera en la suya-. Por cierto Arima-san en su expediente indica que vive solo y que no tiene familiares cercanos vivos, así que deberá permanecer internado hasta que termine con la terapias. -expuso la situación con un leve tono de condescencia.
-Yo me encargaré de él. -respondió Sasaki, amable y tranquilo
-¿Es familiar suyo?
Cuando Sasaki volvió a hablar su voz había perdido su acostumbrada suavidad. Por primera vez había deliberada agresividad en su voz.
-Soy su prometido.
Confundido por la situación Koori tosió sin ganas, pero no dijo nada, y Hirako tenía una mirada fija de desconcierto. Por su parte Arima no entendía la singular bondad de Haise que lo llevó a decir tal mentira.
Aquello era a todas luces excesivo.
-¿Es verdad Kishō? -preguntó finalmente Koori impulsado por la curiosidad. Esperaba que algún tipo de reacción en Arima pero solo dijo de un modo reservado:
-¿No te llegó la invitación? Debí haber puesto mal tu dirección.
-Dios, no estás mintiendo, ¿cuándo pensabas decirnos? -le dio una palmada en el hombro con un repentino ataque de risa, y lo que dijo Koori después fue intraducible.

El día en que lo dieron de alta no podía ser más despacible y triste; la lluvia caía en intensas ráfagas sobre las calles vacías. Suspiró inaudiblemente, tenía la sensación de que dios se estaba burlando de él.
Cuando Hirako, Koori y Haise fueron a recogerlo la lluvia había cesado por completo, y después de firmar varios papeles -en su mayoría deslinde de responsabilidades-, le permitieron salir.
Estaba cansado, no había logrado dormir por mucho tiempo las pasadas noches. Algo dentro de él no lo permitía como si temiera que si permanecía demasiado tiempo dormido ya no podría despertar. Así que no prestó demasiada atención a lo que decían sus acompañantes hasta que llegaron al departamento de Haise.
-Tenemos que ir a la editorial pero vendremos por la tarde. Cualquier cosa que pase avísanos Sasaki, y gracias por cuidarlo.
-Es lo menos que puedo hacer por Arima-san. -respondió cuando Koori le expresó su gratitud.
-De todas maneras gracias. -desvió la mirada hacia Arima-. No causes demasiados problemas o harás que Sasaki se arrepienta de casarse contigo.
Tanto él como Haise se limitaron a sonreír hasta que el auto de Koori desapareció de su vista.
-Lo siento Arima-san fue lo único que se me ocurrió. -dijo, mientras entraban al ascensor.
-No te preocupes Haise, dejemos que Ui se divierta un poco.
-Si usted lo dice...
Una vez en la planta diez bajaron, y caminaron hasta la puerta 104. Sasaki hizo una inhalación profunda y la abrió.
-Bienvenido a mi humilde departamento, espero que... -algo impresionó sus ojos, y de la sorpresa siguió la desesperación -No puede ser..
Se miraron el uno al otro, era imposible lo que veían pero ahí estaba: debajo de un gato de pelaje blanco con manchas negras se encontraba Narukami e IXA.

***

*Suicidio ritual japonés por desentrañamiento.

Good Night & Good MorningWhere stories live. Discover now