Tom estaba confundido, aunque opto por no decir nada.

Aprendió que si hacia todo lo que le decían los policías podía tener algunos beneficios, ya sea para salvarlo de peleas o simplemente evitar ser golpeado con fuerza.

Eso sí, ninguno se aprovechó de él y nadie abusó de su poder al tener placas.

Al girar la llave, el agua fría empezó a caer de la regadera.

Hasta que de la nada, el agua cambio la temperatura y el agua caliente empezó a salir. Eso lo tomo por sorpresa puesto que ya se había acostumbrado a bañarse con agua helada.

Aunque claro, al final no dijo nada y prefirió bañarse con ese pequeño regalo de los dioses. El jabón que agarro resulto ser uno de marca y con buen olor, eso era raro. El gobierno no gastaba mucho en ese tipo de cosas para personas que hicieron cosas malas.

Pero como siempre, no dijo nada, en cambio continuo con su baño dejando que el pequeño jabón pasara por todo su cuerpo con algo de musculo.

Esos meses para querer sobrevivir no tuvo de otra que empezar a ejercitarse, algunos bravucones querían pasarse de listos y eso era algo que no permitiría.

Terminando de bañarse y de secarse, estaba a punto de tomar su ropa limpia de prisión hasta que notó que su ropa no estaba en donde la había dejado.

—Eh... oficial...—

—¿Si? —

—Mi ropa desapareció...—

—Ah eso... —rio —, Ya no la necesitaras. —

—¿Cómo dices? —

—Sal del baño. —

—¿D-Disculpe? —

—Ahora. —

Tom se mordió el labio.

Lo último que quería era que los pervertidos de la prisión se lo comieran con la mirada, ya tenía suficiente de que lo intentaran violar por ser demasiado tentador su cuerpo.

Aunque al final al no querer tener una pelea con el oficial le hiso caso.

—Sígueme. —

Con pasos algo lentos, le siguió.

Algunos policías y algunos de traje naranja empezaron a chiflarle y hacerle burla por ir caminando con la simple toalla en la cintura.

Agradecía mucho de que el oficial le diera unas sandalias para no conseguir una infección en los pies por esos viejos y sucios pasillos.

Seguía sorprendiéndose que no haya conseguido un hongo en los pies en todo ese tiempo en los baños.

Estaba a punto de preguntar a donde lo llevaba hasta que de un momento a otro pararon de caminar hasta quedar frente a la ventanilla en donde había dejado sus pertenencias.

—¿Me puede dar las cosas de Thomas Ridgewell? —dijo el oficial.

—¿Numero de prisionero? —preguntó la mujer.

—Mil ciento cuarenta y dos. —

La mujer al tener los datos dejo solo a los dos chicos.

Tom estaba parpadeando sorprendido.

No podía creer lo que estaba escuchando.

¿O era una simple broma de mal gusto o acaso estaba a punto de salir de prisión?

La mujer al volver, dejo una bolsa de plástico y el oficial al tomar las cosas se las dio al oji negro.

—¿Qué es esto? —

Mi olvidado favorito- EddsworldМесто, где живут истории. Откройте их для себя