único

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Una amplia gama de colores se extendía sobre la mesa frente a el, cada color sobresalía sobre el marco que las sostenía, brillantes ante sus ojos.

El pincel entre sus dedos recorría con destreza el lienzo en blanco, aplicando cada color diluido en agua, mezclando tonalidades y texturas a la hoja en blanco que comenzaba a tomar forma.

Mordió sus labios ansioso, temiendo arruinar lo que apenas comenzaba a crear.

Movió con delicadeza su muñeca, evitando rozar con su mano la pintura fresca, difumino los colores para que no fueran tan potentes y se perdiera la textura suave que deseaba para su cuadro.

Se levantó de su asiento, buscando un pincel más delgado que le ayudará a delinear los bordes de las pequeñas casas que se extendían por el paisaje en su pintura.

El sonido del timbre inundó su pequeña sala de estar, tomandolo por sorpresa se encaminó a la puerta.

Taehyung solía ser una persona solitaria, así que el recibir visitas le parecía extraño, el no era muy bueno para comunicarse con las demás personas.
No es que el tuviera miedo a socializar o algo parecido, la cuestión era que el prefería expresar lo que sentía a través de sus pinturas y no palabras, lo que le convertía en un compañero muy aburrido para pasar el tiempo.

Aunque el era realmente bueno escuchando, le gustaba observar a las personas cuando contaban anécdotas sobre su vida, experiencias, dificultades.
A Taehyung le gustaba escuchar y observar fijamente a los ojos de la persona, porque el creía que la forma más sencilla para conocer los verdaderos sentimientos de una persona, era mirar a través de sus ojos.
Aquellos pequeños faros que eran como portales a el alma, las personas podían mentir pero, sus ojos no.

El abrió la puerta de madera oscura, sintiendo la falta del aire en sus pulmones al ver a la persona que se hallaba detrás.

Jeon JungKook le recibía con una sonrisa, plantado sobre la entrada de su pequeño, pero acogedor, hogar.

Sintió como las Palmas de sus manos comenzaban a humedecerse por lo nervioso que se encontraba, había visto muchas veces a JungKook por los pasillos de la Universidad y en su clase de arte pero jamás a había tenido la valentía de hablarle.

Ese chico era como una clase de amor prohibido para Taehyung.

Era el típico deportista por la que toda chica caería enamorada, con la diferencia de que Jeon era bueno para más que el deporte, JungKook había tenido una de las calificaciones más altas en su clase de arte, después de el, por supuesto.
Jeon JungKook no era como el estereotipo de chico malo (aunque lo aparentaba), Mariscal de campo, sin neuronas que sólo servía para los deportes y aumentar músculo, el era inteligente, y tenía un corazón enorme, y Taehyung detestaba eso, por que lo hacía caer más por el, si es que eso era posible.

Taehyung veía a JungKook como un monumento inalcanzable.

—Hola, Tae.— JungKook sonreía, mostrando una larga hilera de dientes blancos.

Taehyung sintió como su corazón se aceleraba y sólo pudo pensar en lo estúpido que le pareció la forma en que su cuerpo reaccionaba ante el deportista.

—¿Qué haces aquí?—Fue lo único que su cabeza logró procesar y su boca habló por si sola.

—No pareces feliz de verme, lo siento, yo realmente necesitaba de tu ayuda.—El color comenzó a subir por sus mejillas al escuchar el tono decepcionado de JungKook.

—Lo siento, me tomaste por sorpresa.—Paso sus manos por la tela de sus pantalones, limpiando el sudor acumulado en ellas. —¿Qué es lo que necesitas?—

Obsessed. | KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora