Hannah Montana Dream

3K 32 17
                                    

Soy un estúpido por haber pensado que podría ser verdad.
Esto no es como en las películas.
Not Like The Movie, Katy Perry.

Ser rostro de televisión es una ilusión que todos hemos tenido alguna vez en nuestras vidas; quizás a unos nos agarró el bicho de pequeños, a otros, en pleno proceso de pubertad y juventud, y ¿por qué no?, a lo mejor también en el camino al cruel mundo adulto, pero de algo puedo decir que estoy seguro y es que no hay persona sana que no haya querido vivir en ese mundo de glitter, escándalos porno y maquillajes costosos. Yo soy una de esas personas, aunque comprenderán que lo mío no era ser un Leonardo DiCaprio o un sensual Shawn Mendes, no, mis parámetros eran otros. Yo soñaba con ser Hannah Montana. ¡Así con peluca y todo!.
No me malentiendan. No crean que solo me interesa el dinero, la fama y cantar con una voz -en su momento- de ardilla enferma; lo que yo ansiaba era su despampanante clóset, que seguramente era más grande que cualquier departamento clase media de Santiago. Lo sé porque me recuerdo en mi pequeña habitación mirando el televisor, cerrando los ojos y alucinando con esa repisa giratoria de millones de zapatos y chaquetas que de instalar en mi casa tomaría la cuadra entera.
Vida, esa era la vida que merecía .
Con el tiempo llegaron las Kardashians (más conocidas como las culonas) y me pegaron el gusto por los lujos más exóticos y la ansiedad de hombres con cuerpos esculpidos por el mismo Miguel Ángel. Esa era mi meta, muy básica, sin duda, pero una meta al fin y al cabo. Me propuse a toda costa entrar a la televisión, pero poco me duró la motivación. Con solo ver mi reflejo en el espejo me di cuenta de que no era el estereotipo del macho recio: metro ochenta, calugas marcadas y trasero parado (osea, esto sí, un poco). No era rubio ni de ojos claros, por no mencionar lo más importante para esta sociedad: no era heterosexual. Estaba cagado por donde se le mirase.
No me quedó otra que entrar a facebook para pasar por anticipado las penas de mi futuro que ya olía a decadencia. Psicopateé a uno que otro mino por ahí y me sorprendí al darme cuenta de que tenía alrededor de cinco mil seguidores; algunos venían desde mi cuenta en Fotolog y otros me empezaron a seguir por mis fotos wannabe Tumblr que a veces eran bien bonitas. Parece que la Santa Sara algo de razón tenía, no podía negar que había un pequeño público cautivo, un nicho de personas que se decían llamar 《mis fans》que disfrutaban de mis estados estúpidos y fotografías bien editadas, y cuando digo bien editadas es porque ¡puta que estaban editadas!
Con el tiempo comenzé aprovecharme de esto junto a mi amiga Pepa, morena, chiquita y cachetona, muy parecida a mí. Con la Pepa nos conocemos desde que somos bebés, hicimos un par de videos bailando como Shakira, Beyoncé y algunas parodias a Lady Gaga que terminamos subiendo a un canal perdido de youtube. Nos divertiamos mucho, básicamente porque éramos un par de jóvenes haciendo lo mejor que sabiamos hacer: reír.
En una de nuestras sesiones de grabación me percaté de un detalle que cambiaría el curso de mi vida:
-¡Hueona, te pareces demasiado a Nicki Minaj!
-Es broma, supongo -me quedó mirando contrariada.
-No. Te lo juro, eres muy parecida.
-¿Lo dices por lo negra, tetona y chica?
-Ni que fuera un insulto, ridícula -le puse mi cara indignada, la cual consistía en doblar el labio hacia la derecha y arrugar las cejas-. La Nicki es hermosa. Pero si, por lo negra.
Abrí Google rápidamente y busqué una imagen para que entendiera lo que estaba diciendo. Nos quedamos mirando mirando el computador, pensativos, y luego compartimos un pequeño silencio.
-Bueno, quizás me parezca un poco... -dijo.
- ¡Viste!
-Ya ¿y qué tiene? -preguntó sin entender aún a lo que quería llegar.
-¡¿Cómo que qué tiene?! ¡Deberías ser la doble y yo tu supermegamanager y maquillador! ¡Podríamos ser estrellas!
-David, déjate de hablar estupideces
-me dejó de mirar y tomó el celular para concentrarse en cualquier otra cosa.
Como soy un chico al que le gusta lograr sus objetivos, no me quedé de brazos cruzados. Me levanté de la silla y saqué de una de mis cajoneras una de las pelucas que empecé a coleccionar gracias a la señorita Montana. Sin su consentimiento, le sobrepuse la mata de pelo sobre la cabeza.
-Pero, David, deja de ser tan infantil -se zafó de mis tentáculos.
-Ya po' hueona, déjame hacer el intento. Si te queda mal lo olvidamos.
-No es no.
pleaseee! -Alargué tanto el rugo que seguro me escuché como una vil serpiente.
-Eres más terco que una puerta, David -se cruzó de brazos indignada e hizo ademán de irse. -Aunque sea por juego...-parpadeé varias veces seguidas e intenté verme lo más tierno posible. La Pepa puso los ojos en blanco y eso significaba una sola cosa...
-Bueno, bueno -contestó resignada-. Solo esta vez.
Corroborando que mi poder de persuadir era efectivo, di unos saltitos y fui por mi estuche de maquillaje. Busqué otra fotografía de Nicki, ahora una donde se apreciara mejor su rostro. Volteé en mi cama brochas, bases, correctores míos y de mi madre, todo lo que creí necesario para que la Pepa agarrara los mismos tonos que la diva.
No mentiré, me costó como no saben, pero luego de media hora ya estaba terminada mi obra de arte. Cepillé otra de mis pelucas -esta vez una de Lady Gaga que utilicé en una fiesta de disfraces- y ¡boom! Si bien no quedó igual, no puedo negar que el resultado fue positivo y bastante parecido a la potona. -Soy un genio. El mejor maquillador. -Agarré un espejo pequeño y se lo entregué en las manos. Algo dudosa observó su reflejo hasta parecer ligeramente impactada-. ¿Ves? te dejé sin aliento.
-David... no me veo nada mal. -Te lo dije mil veces. Solo debes confiar en mis manos mágicas.
La Pepa se levantó y dio una especie de vuelta como si no creyera que era la Cenicienta y yo su hada madrina, aunque en esta versión la princesa moviera la raja rapeando y el hada fuera marica. Para que entrara más en el personaje, puse Super Bass a todo volumen y la animé a cantar; de primera se rehusó y luego comenzó a corear con algo de vergüenza, pese a que estábamos los dos solos. Yo inicié una especie de baile sexy y juntos nos desatamos, cantando a todo pulmón. Cuando la canción terminó nos largamos a reír.
-Quizás esto no sea una mala idea.
Su consentimiento fue todo lo que necesité para ponerme manos a la obra en mi nueva tarea de vida. Creyéndome cien por ciento mi papel de manager, la propuse para algunas fiestas de menores en las que solía desenvolverse y mover la coneja. Me contacté con algunos productores amigos -cuando digo productores solo hago referencia a gente X que cree que organiza fiestas de estrellas- y la terminaron aceptando de inmediato. Conseguí el primer espectáculo.
En los días posteriores iniciamos los ensayos para la presentación. Si bien yo no me subiría al escenario, no podía dejar que la Pepa hiciera el ridículo frente a todos; no solo se estaba jugando su debut como imitadora, sino mi nombre como manager (por eso invoqué a los dioses Roberto Dueñas y Tatón para que me transfirieran su poder). Justo en uno de esos ensayos me llega un misterioso mensaje en Facebook:

Con Cada Espacio De Mi CorazónWhere stories live. Discover now