—No voy a perder mi tiempo con ustedes cuatro, arruinaron la convivencia para recaudar fondos y ahora me veré obligada a suspenderlos a los cuatro por una semana.

Todos permanecieron en silencio, menos yo por supuesto, pedirle a Jude Hemmings que se quedara callada era como pedirle a Niall Horan que hiciera ejercicio.

—Señorita rectora, yo no estu... —comencé diciendo con mi faceta tímida, antes de que la rectora levantara su dedo índice ante mí, interrumpiendo mi discurso.

—Silencio señorita Hemmings, o me veré obligada a llamar a sus padres.

—Pero yo no estudio a...

—Bien, firmaré sus papeles de suspensión y no los quiero ver por aquí el resto de la semana de clases o los expulsaré a los cuatro.

Genial, me expulsaron de una escuela a la que ni siquiera asisto.

—¿Está claro? —inquirió la anciana.

—Si —respondieron todos, menos yo por supuesto.

—¿Está claro señorita Hemmings?

No dije nada, la mujer estaba comenzando a sacarme de mis casillas.

—Responda o le daré una semana más.

—¡Ni siquiera estudio aquí!

—Una semana más será.

Entonces, la rectora regresó la punta de su pluma al papel que firmaba segundos atrás, añadiendo un par de letras justo a un lado de mi nombre. Tomó la forma y la deslizó sobre su escritorio hasta nosotros.

—Firmen.

Niall fue el primero rayar la forma, para después pasarle la pluma a Abby; y finalmente a Harry, quien a decir verdad, era quien se veía más enfadado. El castaño dejó la pluma de nueva cuenta en el escritorio de un golpe, llamando la atención de la mujer a cargo.

—¿Acaso no piensa firmar Judith? —cuestionó la mujer, con una de sus delgadas y mal maquilladas cejas arqueadas.

Yo solo quería tirar de la piel arrugada de sus cejas para quitarle esa expresión de amargura del rostro. A la mujer le hacía falta sexo.

Al igual que ella levanté mi ceja interrogante, no podía estar hablando en serio. No tenía intención de firmar el papel, pero al recibir la mirada insistente de los tres pares de ojos a un lado mío no pude evitar flanquear, ellos solo querían acabar con el tema y salir de allí, incluso si eso significaba que yo tuviera que firmar los papeles de mi suspensión ficticia.

Suspiré, poniendo mis ojos en blanco para después inclinarme hacia adelante, tomando la pluma entre mis dedos y firmando el papel justo debajo de mi nombre.

"Judith Hemmings"

La rectora ni siquiera había escrito bien mi nombre.

—Pueden retirarse —dijo con su amarga voz sin despegar la mirada del papeleo en su escritorio.

Los cuatro nos levantamos de nuestros asientos, siendo lo más silenciosos posible y salimos de la oficina hasta los pasillos lustrosos de la institución.

Todo estaba oscuro y desértico. La música, que había recobrado sonido una vez los tres nos marchamos, ahora se escuchaba lejana.

—¿Vas a llevarme a casa? —exigió saber Abby en un murmullo.

Sabía perfectamente que estaba hablando con Harry, ambos caminaban detrás de mí y de Niall.

—¿No puedes regresar tu sola? —la rasposa voz del castaño rebotó en las paredes de concreto.

Killing me softly; hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora