2. Te lo puedo explicar.

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-... Es mi hija Camus-

En ese momento el de cabellera rubia levanto la mirada con total seguridad, debía ser un hombre, dar la cara y no sentir vergüenza de su hija a la que acababa de conocer.

El pelirrojo mostro confusión y sorpresa en su rostro, creía que lo que salía de la boca de su amante era una mentira, una broma de mal gusto como las que solía hacer con el caballero de cáncer en su juventud pero al ver la determinación en sus ojos y la seguridad con la que decía aquellas palabras ese pensamiento quedo en duda. Lo miro a él y luego al infante, cerró los ojos por unos instantes y encendió su cosmos ligeramente para como lo hizo Milo anteriormente sentir la esencia del cosmos de ambos pues la bebé lograba emanar una ligera pizca de este.

Eran semejantes, la esencia de ambos era idéntica a excepción de unos detalles pero eran casi iguales, no había duda de que eran parientes y hasta donde tenía conocimiento Milo no tenía más familia al igual que el mismo lo que le dejaba con una sola posibilidad, eran padre e hija. Y una única pregunta fue la que se posó en la mente del pelirrojo.

-¿Quién es la madre de la niña?-

-Supuse que preguntarías eso primero-

-Pues supusiste bien pero eso no responde a mi pregunta-

La voz del caballero de Acuario estaba en verdad tensa, se podía sentir el enojo y la ¿frustración?

El rubio suspiro, se pasó la mano derecha por la cabellera en afán de quitarse unos mechones de la cara e inclino su rostro hacía atrás en señal de cansancio para después sentarse en la cama junto con su bebé, regreso su mirada hacia el pelirrojo que seguía parado y en el marco de la puerta con un semblante frio y duro, estaba seguro que aquella mirada podría congelar a cualquier persona que se le pusiese de frente, pero el no. Agarro a la pequeño en su regazo y con la otra mano palmeo la cama en señal de que el pelirrojo se sentara junto a él.

-Ven, te diré todo desde el principio-

El de mirada roja se mantuvo en su misma posición durante unos segundos para después dejar salir un pequeño suspiro y bajar sus brazos que habían estado cruzados en señal de negación y caminar hacia donde estaba su amado con una bebé en su regazo. Una vez sentado al lado de este Milo dejo salir un ligero bufido.

-A ver, todo esto comienza cuando moriste a manos de Hyoga...- el rubio hizo una pausa para ver la mirada del pelirrojo a lo cual este reaccionó inclinando la cabeza en señal de que siguiera relatando.

-Yo... había pensado en declararte mis sentimientos unos días después de eso, antes de que diera inicio la guerra santa pero... después de tu muerte me sentí devastado, nunca pude sentir rencor ni enojo por Hyoga porque sabía que era algo que tu querías hacer para que el patito pudiera aumentar su poder-

-"¿patito?" – pensó divertido Camus.

-Y aun después de eso me sentía horrible, te habías ido y no pude ni siquiera despedirme de ti; me da pena admitirlo pero puede que haya tenido un ligero cuadro depresivo, Aioria y Aldebarán intentaron animarme pero no tuvieron mucho éxito que digamos. Empecé a dar muchas caminatas por los alrededores del santuario, demasiados diría yo intentando ocupar mi mente en otra cosa que no fuera en ti ni en la guerra inminente-

La voz del caballero de Escorpio sonaba muy agotada, en verdad podía sentir la tristeza en su forma de hablar, había empezado a sentirse mal por Milo, lo había dejado solo sin pensarlo y hasta cierto punto se sentía culpable de que su novio se sintiera de esa forma en esos momentos.

-Un día en el que estaba caminando por las áreas de entrenamiento del santuario llegue por accidente al área de entrenamiento de las amazonas, bueno, me di cuenta cuando una de ellas me lanzo una piedra en la cabeza porque al parecer me habían estado gritando que esa no era mi área desde hacía un buen rato-

LA PATERNIDAD ES DURA || SaintSeiyaWhere stories live. Discover now