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Dos días

Tres

Los rumores se dispersaron tan rápido como se habían iniciado, luego de un mes todo volvió a la normalidad, y la muerte de Amadeo Hidalgo había pasado a ser historia.

Para mí, el recuerdo de aquella noche de sorpresa e intriga seguía vivo y averiguar el paradero del asesino seguía siendo tentador.

Pasaron semanas, meses quizá, y una nueva noticia corría de boca en boca, no fue un asesinato, si no un suicidio, pero este no despertó a todo un edificio, solo a mí. Un hombre indocumentado, una carta y un revólver eran el tema de conversación al día  siguiente.

Y eso significaba una cosa, ya no había un hombre al cual buscar, si no una carta. Ese hombre era el culpable de una muerte, y estaba noventa y nueve porciento segura de que tenía algo que ver con su repentina (o quizá no tan repentina) decisión. No tenía el número de teléfono de la madre de Amadeo, no sabía mucho más de la noticia y esa carta pudo haber estado en cualquier sitio.

El primer lugar donde podría buscar la carta era la escena del crimen, el departamento, (el cual nadie había rentado por los rumores de que alguien había  muerto allí). Bajé a la recepción y con la piadosa mentira de haberme olvidado las llaves, pedí al encargado la llave maestra, no recuerdo si me creyó o no, pero la dichosa llave ya estaba en mi poder cuando subí al tercer piso. Al fondo del pasillo estaba la puerta con un 3 de metal y restos de cinta policial. Ingresé en silencio, al parecer la madre de Amadeo había ordenado un poco aquella vez de la conversación.

Algo llamó mi atención: no había sangre, quizá su muerte se había producido gracias a un golpe seco en el lugar preciso, tampoco había pertenencias allí, su madre se había llevado todo. De igual manera eché un vistazo a la basura, nada.

Volví a la recepción y le di las gracias al encargado, de regreso a mi departamento pensé que quizá estaba empezando mal mi investigación; tomé el teléfono y llamé a un viejo amigo de la familia, Simon, un policía retirado pero siempre fiel a su trabajo.

-¿Sí? ¿Quién es?- contestó casi gritando luego del tercer pitido.

-Hola Simon, soy Alia. Llamaba para preguntarte si de casualidad sabes algo sobre el caso del suicidio del indocumentado.

-mmm... No mucho- recuerdo habérmelo imaginado rascandose la barba y arqueando una ceja- ¿Por qué la pregunta niña?- me había preguntado con tono de "Espero no te estes metiendo en cosas extrañas"

-Simple curiosidad- Me encogí de hombros aunque sabía que no había nadie viéndome- Así que... ¿Qué es lo que sabes?

-El "Indocumentado" se llamaba Dean Aaron, vivía con un joven del centro y su cuerpo fue hallado cerca del puente Goodson, es todo lo que sé.

-Gracias Simon.

-No vayas a meterte en problemas- dijo y colgó.

"Bien" pensé, "Ahora solo hay que averiguar donde se estaba alojando y si alguien lo conocía"

Bajé nuevamente y emprendí mi búsqueda.

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Todo Fue Un ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora