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La mañana se hacía notar con los leves rayos de sol que se asomaban en aquellas grisáceas cortinas. El silbido de una tetera se escuchaba en el pasillo de aquella pequeña casa.

Prendió su tercer cigarrillo de esa mañana y colocó en la mesada tres tazas, con las cuales solo dos llenó con leche caliente y una cucharada de miel. Colocó en un plato un paquete lleno de galletas de diferentes sabores, y las colocó en el centro de la mesa.

Con pasos tranquilos fue a su habitación y abrió la puerta lentamente. Dos pequeños niños (uno no tan pequeño como aparentaba) que por su indiscreto cabello se comprendía que eran hermanos, dormían profundamente en su cama, algo desparramados, pero durmiendo a fin de cuentas.

- Hinata.

Susurró mientras tocaba despacio el hombro del nombrado. Hinata, incómodo por el codo de su hermana en sus costillas, se gira en su lugar empezando a caerse de la cama. Ukai al ver aquello, con miedo de que se golpee, entra y se acerca a tiempo para evitar la tragedia. Lo sostiene mientras evita que la ceniza de su cigarrillo caiga en ellos, ya que para evitar aquello, tuvo que utilizar ambas manos para sostener el cuerpo del adolescente, dejando a su suerte el cigarrillo que empezaba a consumirse en sus labios.

- Hinata.

Vuelve a repetir en voz alta entre dientes, Hinata abre sus párpados lentamente y lo mira confundido entre sueños.

- ¿Entrenador? ¿Qué hace en mi casa...?

- Mi casa dirás... quiero que te levantes y que ambos vengan a desayunar, de lo contrario los tiraré del colchón, mocoso.

El pelirrojo se despierta avergonzado, ahora sí se sienta en el colchón y asiente frenéticamente despertando a su hermana en el acto. Ukai asiente y se aleja de él, ahora sí sacando de sus labios el cigarrillo que en su gran mayoría es ceniza.

- ¿Shou-chan? ¿Qué... pasa? ¿Por qué haces tanto ruido?

Natsu se frota su rostro molesta con cabello despeinado, no le gustaba que la levantaran con ruido y la pone de mal humor. Ukai suspira exhalando una pequeña nube grisácea y se da cuenta que está dejando humo en la habitación. Apresuradamente abre una ventana para ventilar y mira a Hinata.

- "Ahora"- Mueve sus labios en silencio, no quiere hacer enojar más de lo que estaba la niña al lado de aquél chico.

Hinata sonríe somnoliento y asiente, al ver en Ukai una fina linea en sus labios que él mismo no se da cuenta que hace al irse y se alegra, porque él también sonríe.

- ¡Vamos Natsu! ¡A desayunar!

Natsu sonríe luego y se estira en su lugar disfrutando del lugar caliente que a dejado su hermano al levantarse, aún así, tarda un par de minutos en levantarse del todo. Hinata pasa una mano por su cara luego, y suspira de forma cansina. No sabía aún que podían hacer, no sabía que haría su madre y no quería causarle más molestias a su entrenador.

- Y-Yo Ukai-san...

La voz del pequeño cuervo se escuchó en el salón, un suave tono lleno de timidez.

- ¿Sí?

Ukai entretenido con ahora un nuevo cigarrillo y la vista en el nuevo catálogo de ese mes, no había reparado en la presencia de Hinata hace ya cinco minutos.

- Lamento las molestias, de verdad...Usted no tiene que hacerlo.

Ukai suspiró frustrado ahora ya dejando el catálogo en la mesa sin siquiera guardar página. Era ya la sexta vez que lo decía desde que llegaron a su apartamento, incluso en el local también le había insistido en que no debía preocuparse por dónde dormirían ellos. El tan sólo pensar que pensaban pasar la noche fuera o en su casa con esa desquiciada era demasiado preocupante y él no iba a permitirlo de ningún modo.

No te escondas                            (Hinata Shouyou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora