IX

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People are Strange suena en la radio y algo dentro de mí despierta como una marea brava que quiere reventar contra la orilla

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People are Strange suena en la radio y algo dentro de mí despierta como una marea brava que quiere reventar contra la orilla. Estoy en mi cama, sudando como lo llevo haciendo durante una semana. El calor abrumador que se escuece por mi cuerpo no se detiene, necesito quitarme la blusa para templar mi organismo. Agitada salgo de mi habitación hacia la cocina para llenar un vaso con agua.

—Reese, por Dios, ¡no aparezcas así! —dice mi mamá desde la sala. Con el vaso lleno de agua fría, me giro para observarla sentada en el sofá, con un libro sobre su regazo. Mi sonrisa se ensancha de manera automática, pero desaparece el instante en que su expresión apacible se convierte en una deforme y terrorífica.

Vuelvo a sudar y sentir calor.

—Lo siento —le digo y noto cómo su rostro vuelve a la normalidad—. Últimamente tengo mucha sed.

Entretanto tomo el agua, mamá se acerca.

—Déjame verte —dice y me examina para colocar luego su mano en mi frente. Su fría mano es como el mejor de los placeres—. Creo que estás afiebrada —advierte con preocupación—. ¿Te sientes mal?

—No, solo con sed. —Vuelvo a llenar el vaso con agua, pero antes de beber otra vez, soy yo la que pretende examinarla—. ¿Y tú?

—Yo estoy bien, cariño. —Toma mis manos en señal de confianza. Todavía no estoy acostumbrada a sentirla tan real.

—¿De verdad?

—Lo digo totalmente en serio. —Me abraza y siento que reposa su mano sobre mi mejilla, acariciándome. Cierro los ojos convenciéndome que de verdad está aquí, conmigo—. Estoy de regreso, Reese.

—Es que, tu recuperación... No sé, es...

—Como un milagro —añade.

Es un milagro, un milagro que realizó Zyer gracias a mi deseo. Todavía tengo mis temores que se almacenan como dudas sobre si de verdad él cumplió. Y es que todo esto es tan irreal que me siento dentro de un mundo etéreo, balanceándome entre la realidad y la fantasía. Es un hecho el que mamá está aquí, y no hay nada más que me haga feliz. Pero desde que llegó, desde que Rehon murió, cuando todo debería andar bien, siento que nada lo está.

Hasta ahora he despertado por las noches con la garganta tan seca que se siento como si me ahorcaran, en medio de mis escabrosos sueños imagino que estoy siendo atacada por algo; primero se asoma como una espesa nube negra, se acerca lento como si me sedujera y luego me aprieta el cuello. Y despierto más asustada que con Rehon, y miro a los lados buscando alguna señal de que mi sueño es real y solo me veo a mí.

¿Qué me está pasando?

Esa es una excelente pregunta que quiero preguntarle a Zyer, pero después de decirle que necesitaba reflexionar sobre mi última petición, no lo he vuelto a ver.

Hoy, después de clases, pretendo ir a Red Maze para hacerle una visita.

Me despido de mamá y salgo de casa hacia el paradero. La fría mañana en la ciudad ni siquiera me afecta, más bien, se siente relajante. Mi cuerpo está en un temple satisfactorio.

Las alas de ZyerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora