Joan Watson deja New York y se muda a Londres en busca de un cambio en su vida mientras se reencuentra por fin con su amiga Molly Hooper.
Acontecimientos fuera de su alcance la obligan a mudarse al 221 B de Baker Street junto al peculiar detective S...
- Déjanos acomodarnos y luego nos haces tu confesión.
La pareja buscó el lugar más adecuado para escuchar la historia ante los ojos desesperados de Holmes.
Después de una frenética explicación de los hechos la pareja Watson se miraron entre sí reconociendo lo serio de la situación.
- Joan debe estar pasando por un infierno de dudas. -comentó John con la mirada reflexiva.
- Ella es fuerte, -agregó Mary- pero me temo que además del análisis de cuanto ha cambiado hay algo más que le hace cuestionarse su estadía aquí.
- ¿Qué es? -Sherlock estaba impaciente.
- ¿Realmente no te das cuenta?
- ¡¿Acaso crees, Mary, qué si lo supiera estaría preguntándoles?!
John se puso de pie de inmediato:
- Creo que debes calmarte. Nuestra intención es ayudar a Joan ¿ok?
La esposa del doctor Watson se puso de pie también y dijo seriamente:
- Creo que está reflexionando sobre su relación contigo Sherlock.
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El aludido se quedó asombrado. Su rostro parecía expresar un claro "qué estúpido soy".
- Estoy muy segura que desde tu confesión las cosas han seguido igual.
- Yo... no sé como adaptarme... esto es nuevo para mí...
- Debes ser honesto con ella y dejar de hacerla sufrir.
El detective lanzó una mirada filosa a Mary:
- Lo dices como si lo que le dije a Joan hubiera sido una mentira.
- Porque creo que lo es.
- Mary... -Watson se dio la vuelta para mirar a su esposa con gesto de advertencia.
- Eres un adulto Sherlock. Empieza a actuar como uno y sé responsable de tus acciones. Si tu confesión a Joan no fue más que obra de un impulso será mejor que se lo aclares y dejes de hacerla pensar demasiado. Si no lo es, entonces demuéstraselo.
Las palabras directas de Mary calaron en la mente de Sherlock haciéndolo reflexionar de inmediato. Se sentó pues en su sofá como en estado de trance y el matrimonio Watson supo que era hora de irse.
Antes de cruzar la puerta escucharon la grave voz de su amigo:
- Siento el haberlos interrumpido. Y gracias... por todo.
A pesar de todo el tiempo que llevaban conociéndose Mary y John reaccionaron sorprendidos ante la presteza y la honestidad con la que Sherlock había pronunciado aquellas palabras. Una vez más se les hizo demasiado evidente el cambio en su amigo después de la llegada de Joan.
