Y ahí estaba, Melanie, frente a su ventana de barrotes fríos y sucios, examinando a una que otra persona.
- Son felices, pájaro - le hablaba al ave parada a su lado. - ¿Son felices? Son libres. ¿Son libres? Tú eres libre... Eres felizmente libre - dijo aquellas últimas palabras lentamente, analizado así cada significado de las mismas. - Pero eres mi amigo, mi único amigo vivo. ¿Qué significa, pájaro? - el pájaro solo contemplaba el cielo; ignorando a la pequeña.
- Pájaro, ¿qué significa? - la niña recorría su mirada de las alas del ave a sus diminutas patas, del pico a sus pequeños ojos.
- Yo quiero felicidad, pájaro. Yo quiero libertad. ¿Me escuchas?
Luego de la última pregunta, ésta tomo entre sus manos al pequeño pájaro. Sin ser lo más amable, tiro de sus alas.
El pájaro chilló.
La niña sonrió.
Plumas, plumas.
Sonrisas, sonrisas.
Felicidad, felicidad.
Libertad, libertad.
Melanie solo quería felicidad y libertad.
