El cielo se caía en un fallido intento de romper las ventanas. Quizás, si lo hiciese, el frío líquido me haría sentir viva mientras que se repetía esa incesante tortura: la gente se quejaba, la aeromoza pedía paciencia y el avión no podía despegar hasta que los últimos dos pasajeros abordaran.
Yo no tenía el valor suficiente para avisar que ellos jamás lo harían.
ESTÁS LEYENDO
¿Jugamos? Miénteme
RomanceTrece mini-historias inmersas en la vida de ¿Mila Ivanova? - quizás el título es lo único que comparte con la rusa - que encierran más de un secreto escondido entre sus líneas. No hay personajes, lugares ni fechas que indiquen que la narradora te e...