Fly || Nishinoya Yuu x tu

Q u i n c e

-¡Noya espera! Estas sacando las cosas de contexto. No tienes ningún derecho a montar este drama - Suplicaba mientras corría detrás de él para alcanzarlo.

Llevaba 10 minutos corriendo tras él pidiéndole que me escuchara.

Todo estaba oscuro y apenas podía apreciar su silueta iluminada por la tenue luz de las farolas. Estaba callejeando intentando despistarme y más de una vez estuvo a punto de conseguirlo.
-DÉJAME -aulló enfadado acelerando el paso.
-Estas siendo un hipócrita -le recriminé.

Aunque no se parase a escucharme lo iba a hacer de todas formas. Me daba igual chillarle las cosas en mitad de la calle y que cualquiera nos escuchase.

-¡¿Acaso quieres que te recuerde lo que pasó con Aimi!? -seguí atacando.

Nos adentramos en callejones que no tenían farolas y la visibilidad se redujo tanto que apenas podías ver por donde caminaba.

Acabé tropezando con algo que ni siquiera podía ver por la espesa oscuridad. Simplemente caí de rodillas derrotada y sin ganas de levantarme. Si no iba a pararse para que le explicase las cosas no iba a esforzarme más. Si a él le daba igual, a mi más.

Noté como alguien me tocaba ligeramente el hombro.
-__ -dijo apenas en un susurro.

...

24 horas antes
Hoy era viernes al fin. El equipo tenía que ir al campamento de Tokyo hoy por la tarde, a excepción de Hinata y Kageyama que tenían que hacer el examen el sábado por la mañana e ir rápidamente con su equipo.

Estuve pensando como reclutar gente para el equipo de volley femenino y finalmente me decidí por hacer panfletos y ponerlos por todo el instituto. Si esto no funcionaba ya buscaría otra cosa.

Cuando llegué a clase Rin todavía no había llegado, así que me limité a sacar un libro para leer. 5 minutos más tarde entró por la puerta exhausta y se dirigió a nuestro sitio.
-Oye tía, ¿me vas a contar qué es esa cosa tan importante qué tenemos que hacer en el recreo? -me preguntó una vez que se sentó y recuperó su respiración.
-Bueno no es algo tan importante... He hecho panfletos para que la gente se apunte al club de volley femenino -la expliqué restándole importancia.
-¿Y para eso necesitas mi ayuda?
-Pues sería más fácil, además no tienes mejores cosas que hacer a la hora del recreo, ¿o sí?
-Pues no -respondió.

Después de distribuir los panfletos por todo el instituto recé para que alguien se uniera.

Rin y yo volvimos al habitual banco de los recreos.
-¿Y si no llama nadie? -le pregunté angustiada.
Ella se limitó a encogerse de hombros mientras comía su sándwich.
-Oye, ¿has quedado con él este fin de semana? -preguntó Rin tras unos minutos de silencio.
Asentí levemente.
-Uy ___ que lío estás haciendo... ¿Noya sabe algo de Yûji?
-No. Tampoco creo que le tenga que decir nada. Ni Yûji y yo somos nada ni Noya tiene el derecho de reclamarme nada.
-Ya, comprendo... -dijo pensativa-. ___, ¿Te gusta Yûji?
-No se...
-¿Acaso sabes lo que sientes por Noya? -volvió a preguntar Rin.
Me miraba mientras esperaba que le respondiera aquella pregunta, de la cual ni yo misma sabía una respuesta clara y la cual no respondí.

Rin y yo íbamos hablando de regreso a casa. No había vuelta insistir en el tema cosa que le agradecía internamente.
-¡Disculpad! -dijo alguien detrás nuestro.
Mi amiga y yo volteamos en busca del dueño de aquella voz que resultó ser una chica. A simple vista, parecía tener nuestra edad; delgada, con el pelo castaño y fosco y ojos marrones.
-¿Si? -respondí confusa.
-¿Sois vosotras las que habéis puesto los panfletos para el equipo de volley femenino? -dijo un poco tímida.
¿Y si era alguien que le molestaban y nos iba a regañar y pedir que los quitemos?
-Si -dije no muy segura.
-Esto... ¿Cómo me puedo unir?
Esta en shock, por fin había alguien que quería unirse y recién habíamos puesto los carteles.
Rin me dio un codazo para despertarme de mis ensoñaciones.
-Pues dime tu nombre y curso para apuntarlo en la lista -dije mientras sacaba papel y boli.
-Reiko Nakahara de segundo año.
Rin y yo nos presentamos y coincidió que Reiko vivía por nuestro barrio así que proseguimos el viaje las tres juntas mientras hablábamos. Cuando nos despedimos le dijimos de vernos en el recreo del lunes si no tenía nada que hacer y accedió encantada.