Falso alivio

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Largas garras llenas de sangre y vísceras desgarraban con furia la bestia que había conseguido para la cena de sus dragones esa noche, tenía que retirar los restos que no deseaba que se comiesen y lanzarlos hacia un lugar para que los carroñeros las encontrasen sin mayores problemas, sus bestias solo tragaban sin pensar en lo que se llevaban a la boca debido a su inmadurez y no podía darse el lujo de perder más por un descuido tan menor como darle algo que los enfermara, más que mal su última generación solo tenía un par de años de nacidos y sus padres no los iban a cuidar estando él presente. Caminó con soberbia hasta la cueva trayendo consigo un grifo desmenuzado que ilusamente pensó que podría hacerle frente, mas su destino fue mucho mejor cuando el hombre por fin había decidido desgarrarle la garganta con una de sus manos, lo había torturado durante horas solo porque a sus crías de dragón le gustaba la carne tensa durante los primeros cinco años, jamás entendió esa preferencia. 

Cuando lo vieron llegar corrieron a su dirección tratando de quitarle la presa que les traía, los alejó de una patada para entrar hacia la cueva y que pudiesen alimentarse sin mayores problemas, tenía que esconderlos de potenciales cazadores. Apenas y les llegaba hasta la cintura y sus garras no podían desgarrar la piel de una persona, pero más pronto que tarde aquella cueva no podría mantener la magnificencia de sus tamaños, eran dragones puros al fin y al cabo.

— ¡Kacchan! ¿Ya llegaste?— Oyó desde la entrada de la cueva aquella voz que tan bien conocía. Agarrando un trozo de carne, se lo llevó a la boca y lo desgarró con facilidad mientras se encargaba de su visitante, o como bien él lo decía— 

— ¿Que carajos quieres, problema del día?

— ¡Vaya! — Kirishima se volteó con sorpresa al verlo empapado de sangre en todo el torso, mas se relajó cuando se dio cuenta que no era de su amigo. — ¿Hora de la cena? Aún es muy temprano...

— El horario de comida de mis pequeñas mierdas es problema mio. ¿Que quieres?— Inquirió molesto mientras salía de la cueva con el chico siguiéndolo. Escupió algo de grasa que poseía la carne y Kirishima le entregó un saco de la mochila. lo observó confundido y se alejó como si fuese la peste, apestaba a humanidad. — 

— Hoy me vas a acompañar a la la Aldea. — Katsuki bufó divertido. —

— Si como no... 

— ¿Sabes que día es hoy siquiera?—Cuestionó frustrado, su amigo desvió la mirada pensativo hacia el bosque debajo de él. —

— ¿Lunes?— Kirishima gritó frustrado. —

— ¡No, es el último día del año! ¡Y además Domingo maldición! Consiguete un maldito calendario. 

— No. 

— Kacchan... — Su voz trató de suavizarse, no le quedaba mucho tiempo y molesto no conseguiría lo que tenía planeado. Necesitaba de la participación de su amigo para conseguirlo. — Ya vas a cumplir más de 1.500 años, este año ni siquiera bajaste de la cueva más que para buscar comida y uno que otro juguete para tus mascotas. 

— ¡No son mascotas!— Respondió con ira, parte de su ropa comenzó a encenderse demostrando su molestia y sus ojos se volvieron largos y peligrosos, como los de un reptil apunto de lanzarse sobre su presa. Kirishima no se inmutó en absoluto y luego de unos segundos Katsuki se dirigió al extremo de la roca que soportaba su cueva, sentándose cabizbajo.  — Son mis crías.

— Necesitas crías de verdad hombre, o te vas a volver loco. — Había sido su respuesta, mas el la tomó como un juego.—

— Mira quien lo dice...— Kirishima ni siquiera era feliz con su unión destinada, veía a su pareja solo tres veces al año y para él eso no era algo que deseaba. Si no hubiese tenido hijos hace unos años estaba seguro que hubiese tenido que enterrarlo. —No necesito esa mierda.   

Hunter Where stories live. Discover now