┇Capítulo 3┇

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El destino tiene millones de juegos para burlarse de nosotros.
Creo que es momento de mover nuestra pieza y cambiar el rumbo de la partida.

Capítulo 3. Lo que marca un encuentro

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—¿Qué?

A diferencia de lo que el pelipúrpura esperaba, el alfa de ojos claros lo miró como si acabase de realizar una broma sin sentido. La forma en que sus labios se arquearon para formar una sonrisa, u en la que sus ojos parecieron brillar con diversión, se lo dijo todo. Eso hirió su orgullo... bueno, estaba bien que no le creyese a la primera, ya había olvidado la cantidad de veces en que pronunció tales palabras con el único objetivo de ganar la apuesta. Mikaela en algún punto debió de perder la credibilidad que depositaba en él... ¡pero vámos! ¡Tampoco era para verlo así!

Se sentía como una especie de bufón al que le había salido mal la broma que llevó preparando por meses.

Tomando la almohada de entre el colchón, se dispuso a arrojarla con todo el mal humor que la expresión del alfa le causó. Elevó sus manos de manera cautelosa, no despegado sus ojos de los irises azules, quienes mantenían la diversión como reflejo. Con la furia de un omega encaprichado, arrojó directamente el cojín al rostro del mas alto.

—¡Estoy diciendo la verdad!

Mikaela atrapó el objeto en el aire, procediendo a arquear ambas cejas para expresar su incredulidad.

—Eso me has dicho cientos de veces, ¿lo recuerdas? —cruzó ambos brazos, deteniendo por ese instante el cambio de ropa que necesitaba hacer. Escuchar los delirios de Lacus le daba ánimos. Nunca se sabía con qué tontería habría de salir.

—¡Ésta vez es verdad! —lloriqueó, ganándose el golpe brusco de la almohada contra su rostro. Un bufido fue lo único que supo soltar al apartar el objeto para enfocar a su agresor.

Mikaela ya había puesto fin a la conversación para entonces, reanudando sus acciones anteriores.

—Cambio de táctica... —farfulló en voz baja, fulminando con la mirada al incrédulo rubio. Estaba más que claro que no pensaba seguir escuchándolo; ganar su atención era lo primordial, luego se encargaría de los detalles menores—. Tiene ojos verdes.

Fueron quizá cinco segundos los que transcurrieron después de expresar tal hecho, cinco segundos en que el alfa se mantuvo sumido en sus propios pensamientos... sin hablar, sin moverse.

Lacus sonrió, conociendo de antemano lo que pasaba por su cabeza.

—¿Verdes?

—Más brillantes que las esmeraldas de tu madre —añadió orgulloso, guiñando un ojo en su dirección con el objetivo de lucir coqueto. La acción tuvo el efecto contrario, Mikaela estuvo a punto de voltearse e ignorarlo. Claro, no lo haría, no si deseaba obtener más información sobre el supuesto omega.

Dulce & Embriagante [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora