El alma que duele

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Decidimos guardarnos todo para nosotros, para no dañar a nadie más, para proteger a los que amamos.

Nos volvemos bivalvos, nos encerramos en nuestras conchas y no nos damos cuenta que son demasiado pequeñas para nuestro dolor.

Ese dolor del alma, que todos conocemos.

El alma, hay quien dice que no existe, hay quien cree que es algo no material o quizás entra en nuestro cuerpo la primera vez que respiramos sin la ayuda de nuestra madre.

Yo no se cual de estas opciones es la verdadera, solo se que duele y si duele tiene que existir.

Es un dolor que ahoga al igual que lo hace el agua cuando  trabaja para la cruel Parca.

Ahoga porque no somos capaces de remar contra nuestros sentimientos.

Ahoga porque nuestros sentimientos se vuelven una corriente mar adentro.

Es un dolor que desgarra por dentro, que tanto junto deja sin fuerzas, luchamos y luchamos pero es demasiado.

Es ahí cuando preferimos enclaustrarnos en nuestra concha y mirar hacia otro lado.

Porque dicen por ahí que ojos que no ven corazón que no siente.

¿Si no vemos nuestro dolor no lo sentimos?

¿Tendría que ser así no?

Pues no, no es así.

Puede que durante un tiempo funcione pero cuando ese tiempo se acabe al igual que acaba el otoño, vendrá de nuevo el invierno, el dolor, la tristeza, el desgarro del alma.

¿Y entonces que nos queda?

El dolor es cruel, cruel y doloroso.

Pero no es eterno, cada día duele un poco menos.

Es como las heridas de los niños, les duele, lloran pero luego de un tiempo solo les queda la marca.

La marca de que tuvieron un mal día pero han vivido, viven y vivirán días mejores.

Días de sol y de verano.    

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⏰ Last updated: Dec 08, 2017 ⏰

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La dama grisWhere stories live. Discover now