Capítulo 26

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Vanesa.

Nunca imaginé encontrarme en esta situación.

En primer lugar cometí el error de poner los ojos en Damian, fui egoísta y conseguí que estuviera involucrado, pero claro, yo era terca como yo sola.

Obviamente no me bastó con solo meterlo a él, también involucré a mi mejor amiga, y por si fuera poco, Sam también estaba ahí.

Todo era una mierda bien enredada.
Si es que eso existía.

Solté todo el aire despacio mientras observaba las diferente nubes de colores en un cielo azul iluminado por el sol.

- ¿Entonces te quedaste embarazada del criminal que se supone que tenías que detener? - preguntó Raquel a mi prima Chloe. Era la cuarta vez que lo preguntaba, ella parecía no entenderlo del todo.

- Si - se limitó a contestar ella.

- ¿Y como pasó eso?

Mi prima elevó una ceja como diciendo « de verdad tengo que explicarlo »  Y ahí finalizó su conversación.

Si alguien me hubiese dicho que acabaría en un avión privado con casi toda mi familia y rumbo a Inglaterra, posiblemente me hubiera reído en su cara.

Lo que me recordaba que Damian pensó algo parecido. Él estaba dispuesto a venir conmigo pero se dió cuenta de que seria de gran utilidad si se quedara en San Francisco. Y eso hizo.

- No querida, el rojo te favorece más.
Mi tía le pasó el pintauñas rojo a mi madre y empezaron de nuevo su cotilleo sobre una familia que tenía una hija y que esa hija había tenido un hijo con el hijo del vecino.

Así mismo me lo contaron ellas.

Volver a ver a mi madre después de dos años era algo emocionante y triste a la vez.  Pensé que me alegraría al volver a verla, pero no fue ni remotamente así.

Mamá había cambiado su estilo, su pelo castaño ahora era rubio, esa clase de rubio que tenían los pollitos recién nacidos.

Ella se veía más rígida, más estirada, como aquellas mujeres de la tele que vivían en mansiones y eran asquerosamente ricas.

Perdí a mi mamá el día que perdí a Álex.
Y no había cosa que yo pudiera hacer para recuperarlos.

Pensé en lo que pudo hacer ella con su vida después de separarse de papá. ¿Habría buscado consuelo en brazos de otras personas? ¿O habría convertido su dolor en odio hacia mi?

Las posibilidades eran tan altas...

Las personas que cambiaban de esa manera era a causa del dolor. Pero era injusto. Ella no fue la víctima, si no Alexander.  Papá también lo había pasado mal, pero él en cambio no me abandonó.

Yo ya no sentía el mismo afecto por mi madre.

Me hice a mi misma olvidar el tema y dejar de pensar en ello. En cambio me dediqué a observar a Serena, la esposa de Nate.

Ella dormía plácidamente en el asiento, con una mano sostenía su cabeza y con la otra su teléfono. Su pecho se elevaba con cada respiración, ella debía estar muy incómoda.

No nos conocía a ninguna y no hacía falta ser adivina para saber que era la primera vez que se separaba de Nate.

Decir que era bonita era poco. Su pelo rojo estaba recogido en una coleta alta, no sabía que aún quedaban pelirrojas naturales. Había pecas salpicando su nariz y mejillas y sus labios eran de color rosa.

Ella hizo un ruidito y abrió sus ojos. Enrojecí al darme cuenta que me había pillado mirándola como una completa acosadora.

- Lo siento, yo me quedé dormida - se disculpó, lo cual fue totalmente absurdo. Esta chica era dulce y sencilla.

Bésame y te golpearé © - EditandoWhere stories live. Discover now