Capítulo VIII: Chica dulce.

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Me da una pequeña sonrisa, al menos no está alejándome. Mi vista se pierde en mi objeto preciado colgando de su cuello. Hay tanto significado en el y no me enloquece el que ella lo lleve por ahora. Una de mis manos baja a su cintura y doy un suave apretón, siento la tira de su ropa interior.

—Estas se sienten como bragas muy pequeñas.

—No puedo creer que dijeras eso.

— ¿Bragas o tanga? —Sus mejillas se sonrojan, acerco mi rostro hasta que mi nariz roza la suya—. ¿Me dejas comprobarlos por mí mismo?

La respuesta que obtengo es un tembloroso respiro mientras sus ojos se abren un poco más al igual que sus labios, sus mejillas se sonrojan. Soy un bastardo astuto que pretende tomar eso cómo una respuesta afirmativa.

— ¿Dónde están tus compañeras de piso?

—A-Avery duerme...Y Laurie no está.

—Que conveniente. ¿Sabías eso y me trajiste a una trampa en donde no pudiera resistirme a ti? Porque funciona.

—No, no. Claro que no.

—Igual me alegra estar aquí.

Tengo un duro y desconcertante momento en el que parece que el mundo se paraliza cuando sus ojos me ven fijamente y su mano se estira tomando un puñado de mi suéter, uno que hasta hace unos instantes la cubría, hasta llegar al edificio. Pero el mundo gira cuando susurra las siguientes palabras:

—A mí también me alegra que estés aquí.

—No puedo no reaccionar sobre una declaración cómo esa, Dulce.

Lamo mis labios antes de ir en busca de los suyos, no es que exista mucha distancia para acotar. Sus labios son suaves y están entreabiertos para mí. Atrapo ese regordete labio inferior y lo saboreo con mi lengua antes de succionarlo y brindarle calidez con los míos. Comienzo a besar a esta dulce chica de labios deliciosos. Su mano estruja mi camisa mientras la mía se aprieta sobre su cintura y otra en su costado, justo por debajo de su pecho. Mordisqueo la suave carne de su labio inferior antes de introducir mi lengua a su boca y gimo porque se siente malditamente bien cuando su lengua se roza con la mía. En un principio es un poco tímida para el beso, pero luego Dakota es toda pasión y eso me enciende cómo un fuego a punto de quemar todo a su paso.

Me endurezco, me excito y mi erección se presiona del jean. Presiono mi cuerpo al ras del suyo sintiendo la hinchazón de sus tetas contra mí y doblo mis rodillas lo suficiente para que su entrepierna acune mi dolorosa erección. Ella gime contra mis labios y siento que mi cabeza está a instantes de estallar. Si es que no estallo primero de forma vergonzosa en mis pantalones.

Es un beso intenso, profundo; un beso que está haciendo estragos con mi cordura y mi autocontrol. Me está enloqueciendo. Empujo mis caderas contra ella y gime, sus dedos ahora se presionan de mi abdomen tenso. Mierda, esto se siente malditamente bien y sé que se puede sentir aún mejor.

Una de mis manos sube y toma una de esas lindas tetas que se sienten de maravilla en mis manos, no me aleja, ella se arquea contra mi mano que aprieta la carne de su pecho. Libero su boca y mordisqueo su barbilla descendiendo por su cuello delicado. Empujo una vez más mis caderas contra las suyas mientras mis pulgares encuentran, a través de la delgada tela de su vestido y sujetador, su pezón. Lo rozo y presiono hasta hacerla gemir y golpear su cabeza hacia atrás contra la pared.

La fina cadena se siente fría contra mis labios cuando beso el hueco de su garganta. Necesito hacer más que esto. Quiero desarmarla. Quiero destruir y armar su mundo de nuevo con placer.

Incluso estoy dispuesto a dar sin tomar.

Dejo de besar su cuello y me incorporo para observarla. Su piel tiene un sonrojo muy notable, su boca está inflamada, sus ojos dilatados y su respiración es un desastre. Es la imagen de la calentura y eso va a matarme. Hay tantas emociones en esa mirada. Tomo su mano alejándola de mi abdomen y por un momento creo que lo malinterpreta porque hace una mueca y puedo ver que la vergüenza está emergiendo en ella.

Contradicciones (#1 El Negocio)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant