16. Benilia: Girl. Under. You

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Tampoco iba a atormentarse con lo que le dijo su madre, así que, prefirió tomarse las cosas con calma y relajarse. Ya llegaría el momento de buscar a su "príncipe azul".

La chica escuchó unos golpes en su puerta, al principio los ignoró, pero al ver que estos insistían tuvo que hacer un esfuerzo por levantarse y saber quien no apreciaba su vida como para despertarla.

—Sí, ¿disculpe? ¿Sabe acaso qué hora es? —preguntó ella con molestia. Pero bastó con que abriera bien los ojos para apreciar a semejante bombón que estaba frente a ella.

De repente se arrepentía de la forma en la habló tan precipitadamente.

—Eh, lamento despertarte preciosa, pero, quisiera saber si tienes un cargador portátil, me olvide el mío en mi otro piso y no creo que las tiendas estén abiertas a las... —hizo un ademán mirando su reloj—. 11:30 p.m. —terminó la frase con una gran sonrisa en su rostro, sonrisa que derretiría a cualquiera. A Hímeros de repente se le dificultó concentrarse, al notar que su presa llevaba puesto un pijama de satén demasiado... revelador.

Peito observaba aquella escena con suma diversión, nunca se imaginaría ver a su hermano usando su arsenal de seducción en vivo y en directo. Si, podía ser la diosa de la seducción y el cortejo, pero eso no significaba que anduviera por ahí retozando en la cama de todo lo que se moviera. No como sus hermanos, quienes no tenían preferencia por un género o por el otro.

Emilia frunció el ceño, de ser algo tan banal hubiera podido esperarse hasta una hora más prudente, pensó ella.

Le hubiera cerrado la puerta en las narices de no ser porque tan bello rostro no merecía ser arruinado.

—Eh, si, déjame buscar, creo que tengo uno.

Las deidades se dieron permiso de entrar solas, alarmando a Emilia, quien no había notado la presencia de la otra.

—Ah, por cierto, mi nombre es Benicio, y ella es mi hermana... —pensó un poco, intentando inventar un nombre que no sonara tan... ­griego—. Ámbar.

La entonces rubia se acercó a Emilia y con una sonrisa traviesa le dio un ligero apretón de manos. Apreciándola bien, hasta ella pudo haberse interesado en Emilia, lástima que su hermano la vio primero.

Emilia se presentó ante ellos y con una pequeña mueca se disculpó dejándolos solos, para buscar el artefacto en su habitación. Una vez lo tuvo en sus manos, pudo regresar y encontrarlos a ambos sentados en su pequeño sofá.

Sonrió hacia ellos y le entregó el objeto a quien se hacía llamar Benicio.

Dio unos pasos hacías atrás sin intenciones de alejarse, pero torpemente tropezó con la pared, haciendo rebotar su busto. Y provocando cada vez más a Benicio.

Ámbar se dio cuenta de esto, así que actuó rápido y se lo llevó con ella.

—Eso será todo, gracias por el cargador Emilia, te lo devolveremos en cuanto se pueda, ¡que tengas buena noche! —anunció la diosa alejándose y saliendo del departamento de Emilia. Cerrando la puerta detrás de ella. Y como había prometido, una de las ardientes saetas hizo escocer la piel de su hermano—. ¡¿Qué te sucede?! Pudiste tenerla, ahí, influenciarla con tus poderes y, ¡no lo hiciste! Tú, gran idiota...

—Es que no solo quiero poseerla, yo quiero más que eso, quiero que ella me lo suplique.

—Sí, sí... la próxima vez que la veas trata al menos de hacerla delirar contigo, o si no, no te ayudaré —sentenció. Su hermana desapareció, dejando una pequeña nube de humo negro detrás de ella. Peito pudo darse cuenta de que Hímeros ahora tenía mucho autocontrol, no sabía si era porque se sentía culpable, o porque de verdad estaba luchando por controlar sus instintos, pero el hecho era que se estaba esforzando.

Soy Luna | ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora