Capítulo 14

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Todavía no eran ni las ocho de la mañana y mi trasero ya estaba condenado a muerte ¿Como iba a escapar de lo inevitable? Hoy sería la firma de boletas e irremediablemente alguien tendría que firmar la mía. Porque si de algo estaba seguro es que mis calificaciones daban asco y que de regreso a casa me esperaría una buena zurra en puerta por tan deprimentes notas en la boleta.

Y es que, hay que sumarle el factor mentira a la evaluación de castigo que me esperaba en un futuro demasiado próximo. No es que alguno de mis  verdugos esperase tales calificaciones de mi, si yo todo el maldito semestre me la había pasado mintiendo que no iba mal, y como ya éramos lo suficientemente mayores nunca se ocupaban de revisar las libretas, si acaso alguno de mis hermanos mayores asomaba la cabeza a la habitación para verificar que hacíamos la tarea, y yo, como buen actor, fingí que lo hacía mientras escondía el celular debajo de la libreta. El santurrón de Ethan me había repetido miles de veces que yo solo me estaba buscando la gran zurra que hoy lastimosamente ya me había ganado.

Y por eso regresamos al inicio ¿Como carajo iba a escapar de lo inevitable? Mierda, estaba bien muerto y esta vez nadie iba a salvarme, ni siquiera Ethan saldría como mi abogado defensor.

Estupida escuela y estúpidos maestros que me habían reprobado. Yo no merecía tal zurra. Bueno tal vez un poco por desobligado, pero ese hecho no quiere decir que esté bien dispuesto a que muelan a palos mi trasero.

Ni hablar… tuve que cargar esa angustia dentro de mis pensamientos al mismo tiempo que bajaba las escaleras para desayunar.

Mientras terminaba de beber todo el jugo de mi desayuno, sentado comiendo en la mesa de madera de la cocina, me quedé mirando a mis dos hermanos mayores apurandonos para ir al colegio, preguntándome quién sería el desgraciado que me zurraria hoy en la tarde. Interiormente esperaba que al menos fuera Andrés, Christopher era más exigente y estricto en ese tema, o en cualquier otro… Andres al menos es más fácil ablandarle.

- Quita esa cara de cachorro condenado a muerte - me reclamo Ethan bajito a lado mio, mientras desayunabamos en la cocina - Te la ganaste

Le eche una mirada fulminante a través de la mesa, mientras terminaba de masticar mi pera de mala gana.

- Deberías estarme consolando, idiota

- Te dije muchísimas veces que pensarás en las consecuencias cada que te salías de una clase y pasabas de tu tarea. Ahora vas a tener presentar extraordinarios en las vacaciones. Asume tus errores

“Asume tus errores blah blah soy Ethan y soy un santurron aplicado”

- Como a ti no te van a dejar el trasero como mandril te es fácil decirlo Don perfecto ...

- Tal vez con la zurra al fin comiences a aplicarte

Rodé los ojos y contuve mis impulsos de lanzarle mi sandwich a la cara. Yo estaba siendo demasiado obvio con mi nerviosismo, por eso Ethan había adivinado mis pensamientos. No se si era mejor mentalizar a mis hermanos mayores que mi boleta era una vergüenza o mejor esperar a que en la tarde me despellejaran.

- Oye ¿Si les digo desde antes mis notas que crees que pase?

- ¿Que? ¿Como?

- Ponerlos sobre aviso, genio- le dije, exasperado jalandome un escuálido mechon de cabello- Confesarles que mis notas estan hechas mierda ¿Que crees que pase o… que hagan?

- Eso depende ¿Cuantas?

- ¿Cuantas que?

Ethan rodó los ojos y me hablo como si fuera idiota.

- Cuantas reprobaste, tonto.

- Bueno… Hmmm tal vez unas 5 o…6

Vi como Ethan entrecerró sus ojos y tomaba una bocanada de aire. Estaba seguro que el mismo quería unirse a patearme el trasero. Era un traidor.

La herencia de los RobertsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora