Nueve

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Seungcheol se encontraba sentado en el sillón al lado de Jeonghan, y al frente, Donghae; mirándolos con una cara de pocos amigos que no pasó desapercibida por el ángel. Había llegado de sorpresa, y Seungcheol abrió la puerta sin darse cuenta que Jeonghan se encontraba en el baño tomando una ducha refrescante, por lo que, no pensó en esconderlo como otras veces.

—No sabía que te gustaban los niños con complejo de chica.

Seungcheol arrugó el entrecejo y se cruzó de piernas mientras tomaba su café sin mirar a Donghae.

— ¿Hay algún problema con eso? —Dijo Seungcheol— su nombre es Jeonghan.

—Lo sé, no paras de decir su nombre desde que llegue. —expresó con cólera.

El ambiente era insólito y desagradable; era la primera vez que realmente no quería que Donghae fuera a visitarlo, necesitaba estar en tranquilidad, o bueno, una tranquilidad bastante extraña si se trataba de estar junto a Jeonghan. Pero le gustaba aquella serenidad.

— ¿Cuándo dejaras de mirarlo?

—No se va a romper. —espetó.

—Jeonghan, ve a la recámara —el nombrado asintió.

Y el ángel tan pronto como subió las escaleras. Donghae se levantó junto con Seungcheol. Se miraron por unos momentos en completo silencio; hasta que Donghae decidió finalizarlo.

— ¿Tan rápido te olvidaste de mí? —soltó con fingida gracia.

—No me he olvidado de ti. De todas maneras, no aceptarías nunca algo conmigo.

Donghae asintió con una sonrisa.

— ¿Cómo lo sabes?

Seungcheol lo miró con un asombro que no sé podía notar de lejos en su rostro. Bajó la cabeza y sonrió con indiferencia.

— ¿Qué quieres? –Dio un sorbo a su café ya frío.

Seungcheol ya estaba cansado de que Donghae se tomara sus sentimientos a la ligera. Había descubierto que quizás, ya se estaba olvidando del muchacho, pero también algo dentro de él le decía que no podría hacerlo fácilmente; después de todo, Donghae estuvo con él en el fallecimiento de sus padres durante un viaje de negocios.

—Me atraes.

Sorpresa, eso era lo que sintió.

Pasaron dos horas desde que Donghae se fue de la vivienda. Seungcheol se encontraba subiendo los escalones directo a la habitación, no había visto a Jeonghan desde entonces, púes, se encontraba demasiado sorprendido como para volver a moverse del sofá y retirar sus pensamientos que cada vez lo confundían más. Era un enigma.

Se detuvo en el pasillo frente a la puerta del cuarto. Suspiró.

Últimamente las cosas estaban complicadas; los asuntos del trabajo eran irritantes y lo hacían enfadarse con más facilidad, Jisoo y su molesta presencia, Donghae y su manera de confundirlo y Jeonghan, aquel ángel que le hacía sentir un montón de sentimientos y todos al mismo tiempo.

Finalmente se atrevió a abrir aquella puerta de madera, encontrándose con Jeonghan comiendo sus tan preciadas papas fritas.

— ¿Le atraes a ese chico? —Preguntó Jeonghan una vez que el más alto se haya sentado a su lado en la cama. — ¿Era el de la otra vez?

— ¿Donghae? —Jeonghan asintió— Sí.

— ¿Te irás? Santa no te traerá regalos.

Seungcheol bufó.

—Deja de decirme eso, soy un adulto.

Jeonghan era como un niño, un niño que necesita protección, aun así, era extraño; Seungcheol sentía que debía proteger al ángel siendo que este iba a proteger al más alto.

—Ese hombre… —habló Jeonghan— ¿es quién te gusta?

Seungcheol lo miró y asintió, observando la extraña tristeza del adverso.

— ¿Por qué? —Consultó el ángel.

Seungcheol no respondió; simplemente se levantó y salió del cuarto tratando de evitar cualquier contacto visual con el más bajo, púes, sabía que si lo miraba se arrepentiría de haber provocado que sus ojos estuvieran tristes.

—22:30— el reloj marcaba los números con su típico sonido conocido por todos. Jisoo se encontraba sentado frente a Seungcheol, se miraban con desafío.

—Es tarde —comentó Seungcheol— ¿No deberías estar en tu casa?

—Esta es mi casa —rió— es broma. Vengo a invitar a tu amigo a una fiesta, claro, a ti no.

Seungcheol frunció el ceño.

— ¿Una fiesta? —Escupió— ¿Le llamas fiesta a lo que acostumbras a hacer en una casa para acostarse con quien sea y ver a sujetos enfermos drogarse?

—Vamos ¿Jeonghan tiene que pedirte permiso?

—No irá.

Jisoo frunció el ceño, se levantó y paseó de izquierda a derecha mientras jugaba con unas llaves.

— ¿No te parece que Jeonghan ya es bastante grandecito para decidir por sí solo? —Puso sus ojos en blanco— digo, eres solo su amigo. —finalizó.

— ¿A qué te refieres?

—No son hermanos, ni primos, tampoco algo fuera de eso ¿verdad?

Seungcheol con irritación, se levantó, tomó el brazo de su primo con firmeza y lo condujo hacia la salida.

— ¡Hey! —Exclamó Jisoo— ¿Estas echándome?

—Sí, largo.

Y en unos segundos, Jisoo se encontraba de brazos cruzados al otro lado de la puerta con una mueca de disgusto dibujada en su rostro.

— ¿Quién era? 

Escuchar la suave voz de Jeonghan siempre lo hacía volver a la realidad, pero no a cualquier realidad, sino que una totalmente diferente en donde el único ángel era él; el único que sus ojos veían.

Lo miró con seriedad, se encontraba parado al final de la escalera con un abrigo color blanco que le quedaba muy bien.

Se acercó a Jeonghan, tomó su mano —teniendo cuidado de no lastimar al chico— y, en un abrir y cerrar de ojos, lo jaló hacia su trabajado cuerpo para rodearlo con sus brazos.

Sin saber por qué lo hizo.

—Mayo 23—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora