INTERLUDIO

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NAALOL 

Un pequeño pueblo en las montañas, reducido a escombros. Se levanta el viento y las hojas secas ruedan por la carretera entre los cuerpos. Hay cadáveres por todas partes. Los cuerpos de dos soldados de asalto en la calle. Dos soldados de la Nueva República desplomados contra una casa en llamas, con el techo todavía humeante.

Más cuerpos a lo largo de la calle. Y más allá.

Mon Mothma camina entre las ruinas, flanqueada por sus dos asistentes: Hostis Ij a la izquierda y Auxi Kray Korbin a la derecha. Son como un ángel y un demonio en cada hombro, aunque sus roles no son fijos y van cambiando dependiendo de la situación. Van seguidos por cuatro soldados de la Nueva República, con los rifles bláster a punto.

«Esta es la realidad de la guerra», piensa Mon Mothma. Tiene que acabar pronto. Debe acabar pronto. Resolver este conflicto era la prioridad principal. Naalol era insignificante a nivel estratégico. Aquí había una serie de aldeas montañosas con sus pequeñas casas rudimentarias, pobladas por mineros, artesanos y pastores de valciervos. Pero no muy lejos de aquí había una pequeña guarnición imperial. Cuando el Imperio empezó a perder terreno por toda la galaxia, intentó ganar más poder en planetas como Naalol. Afianzando posiciones como último recurso. Lo que era una pequeña guarnición se convirtió en una más grande. Así fue como la guerra se cernió sobre esta gente. Y ahora esta gente, o al menos la gente de esta aldea, están muertos o lo han perdido todo.

Es como si Hostis pudiera leerle el pensamiento. Mientras caminan, Hostis se acaricia su larga barba y va haciendo ruidos, como hmm y ahhh. Empieza a hablar sin que se lo pidan, como es su costumbre:

—Este es el precio de la guerra. No es culpa de la Nueva República, Canciller.

—He visto la guerra —dice Mon Mothma—. Sé qué aspecto tiene. Conozco sus márgenes. Pero nunca estaré cómoda con la guerra.

«Como muchos sin duda lo están», piensa.

Camina entre algunos aldeanos que se han reunido a lo largo de una pared baja de roca. Dos soldados de la República les sirven tazones de caldo caliente. Mon Mothma va caminando y dándoles la mano, poniéndoles unos cuantos créditos en ella y dedicándoles algunas palabras de disculpa y agradecimiento. Mientras lo hace, dice:

—Es culpa nuestra y tenemos actuar de acuerdo con nuestras responsabilidades. Por eso la guerra debe acabar pronto. No podemos seguir combatiendo. No estamos preparados para ello.

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Star Wars: Consecuencias

—Eso no es cierto —dice Hostis con tono jactancioso—. Estamos más preparados que nunca, Canciller. El Imperio está en declive y la galaxia entera lo está viendo. Ahora que el conflicto está abierto, recibimos oleadas de voluntarios que quieren luchar por nosotros. Tenemos más naves. Más equipamientos. Más armas. Han cambiado las tornas y...

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