-Vanessa.- dijo Benjamin aclarándose la garganta- Supongo que estarás enterada de lo que pasó.-

Una punzada de dolor le cruzó el cuello a Benjamin, justo en el área en donde el hacha había acabado con su vida. La noche del veintitrés de junio permanecía nítida en su memoria, tal como si hubiese pasado ese mismo día.

-Claro que me enteré. Todo el mundo sabe lo que pasó contigo y los otros chicos. Es realmente... Triste.- dijo Vanessa, por un momento pausando su voz, como si le costara encontrar las palabras adecuadas. - Pero, ¿dónde están mis modales? Vamos al estudio, adentro hay algo que aseguro que te encantará.-

Vanessa caminó delante de Benjamin, guiándolo hasta el ala oeste de su estupenda casa. Parecía que el tiempo no la había alterado. Era tan inmortal e invariable como su dueña. Aún permanecía el suelo de algún tipo de mármol negro que relucía con la iluminación de las lámparas, y las paredes seguían estando blancas. Vanessa tenía gustos bastante refinados aunque perennes en lo que se refería a decoración.

Finalmente, llegaron hasta el estudio, donde el olor del cadáver se hacía más fuerte. Antes de entrar, escuchó a Vanessa como decía en una voz que denotaba que estaba harta, o aburrida.

-Vete, me aburriste.-

A quién se lo decía, Benjamin no podía ver, así que se acercó hasta Vanessa, y fue cuando vio a una chica desnuda y llena de tatuajes todas mordisqueada y quemada con lo que la parecer habían sido cigarrillos. Estaba temblando de pies a cabeza, y tenía sus ojos cerrados con fuerza, producto del miedo. Vanessa se había estado divirtiendo con ella. A su manera, claro.

-¿Acaso no me oíste, Jess?- dijo Vanessa con una voz algo más fuerte- dije que te fueras. Tengo visitas.-

Benjamin podía escuchar el agitado sonido del corazón de la chica, que por lo que se acababa de enterar, se llamaba Jess. Jessica, para ser exactos. Vio como abría los ojos con lentitud, posando  sus iris color ámbar en Benjamin. En ellos se pudo ver el terror.

Vanessa miró a Benjamin de perfil, y con su cara más amable -o por lo menos, así parecía ser- se dirigió a él.

-Benjamin, querido, ¿Quieres algo de comer? Si quieres, Jessica puede quedarse como la cena.-

Al chico no le agradaba la idea de alimentarse de esa chica. Se veía que estaba muy asustada, y la verdad él no quería asesinar a nadie. A nadie que no mereciera ser asesinado.

-No. Ya comí camino hasta aquí.- mintió Benjamin, lo que sonó bastante convincente para Vanessa, quien se volvió de nuevo hasta la desnuda y lastimada Jessica.

-Entonces estás a salvo hoy, Jessica.- dijo Vanessa, y para sorpresa de Benjamin, pudo escuchar la voz de la mujer en su cabeza, diciendole algo que Jessica no podría escuchar 'Ve lo que hago... Va a ser un zombie...' - Pero antes que te vayas, necesito hacer algo contigo.-

Benjamin quedó paralizado desde que escuchó la voz de Vanessa en su mente, se había comunicado con él, como una especie de telepatía. No se fijó cuando Vanessa desapareció de su lado y se fue directo hasta la cara de Jessica, donde enfocó sus ojos fijamente en los de la chica.

-¿Recuerdas lo que pasó esta noche?- dijo Vanessa, sin despegar su mirada de la de Jessica. La cara de la chica era de completa ensoñación, y Benjamin supo qué era lo que estaba haciendo. La estaba hipnotizando, al igual como él lo hizo accidentalmente con el portero de aquel bar.

-Si, te vi en el club y quise irme a tu casa, y luego me mordiste. Eres un monstruo, un vampiro.- dijo  Jessica, que a pesar de tener un tono de voz asustado, su cara permanecía neutra, sin alguna expresión.

-No, querida Jess. Eso no pasó, porque los vampiros no existen.- explicó Vanessa en un tono juguetón, tal como si Jessica fuese una niña de tres años- Ibas al club a pie, cuando un auto intentó arrollarte. Lo esquivaste, claro, pero ahora tienes serias magulladuras, raspones y quemaduras en el cuerpo. Rodaste varios metros. Fue realmente horrible, Jess-

Benjamin observaba como la chica de pronto asentía. Había creído que eso era lo que había ocurrido. Ahora sabía que los vampiros podían modificar los recuerdos de las personas. Se le ocurrió que tal vez esa era la razón por la que los humanos no tenían idea de la existencia de los vampiros.

-Ahora si, puedes irte. Recoge tu ropa, te la pones allá en el vestidor, y luego te largas de mi vista. ¿Entendido?- dijo Vanessa en el mismo tono aniñado, no sin que se notara cierto desdén en su voz.

Vanessa rompió el contacto visual con Jessica, y al instante, se puso de pie y recogió su ropa, desapareciendo por la puerta del estudio.

-Increíble.- dijo Benjamin, en una voz que para él era lo más sorprendido que podía estar- ¿De dónde la sacaste?-

-Bueno, estaba hambrienta. Tenía cuatro días sin comer. Fíjate que mi última comida sigue sin querer irse de la casa. No se mueve, como si estuviera muerto.- dijo entre risas, señalando al cadáver de un hombre que estaba comenzando el proceso de descomposición. Benjamin frunció levemente el ceño. Vanessa tenía problemas serios.

La mujer caminó hasta el cadáver y con suma facilidad lo arrojó a las llamas de la chimenea, que ardía con toda su furia. El fuego comenzó a devorarse el cuerpo del hombre, dejando un apestoso olor que le provocó retorcijones de estómago a Benjamin. Aún siendo vampiro, existían olores desagradables.

-Pero no me has contado...- dijo Vanessa, de pronto con un tono de curiosidad y sentándose en uno de los sofás de piel del estudio- ¿Cómo pasó esto? ¿Quién te convirtió?-

-Es curioso que lo preguntes.- contestó Benjamin, por primera vez soltando el equipaje en el suelo de la habitación- Porque yo también quiero saber cómo carajos es que soy un vampiro. La única que conozco de tu especie eres tú, y me atacaste hace años.-

Entonces, Vanessa pasó de un gesto de curiosidad absoluta a uno de duda. Estaba confundida, y eso irritó a Benjamin. Que la única persona que le podía explicar todo el asunto no supiera que ocurría era una mala señal.

-Interesante. En todos mis años no había visto algo así. Recuerdo haberte dado de mi sangre... Y te advertí que tuvieras cuidado. ¡Es eso! ¡Te dije que anduvieras con cuidado!- dijo Vanessa, de pronto poniendose de pie y acercándose a Benjamin velozmente.

La mente del chico estaba retorcida. No entendía nada de lo que estaba sucediendo. Caminó hasta el sofá donde anteriormente Vanessa había estado sentada y la imitó.

-Explícate.-

-La sangre de vampiro es una de las maneras en las que alguien puede convertirse en un vampiro. Pero solo es una de las maneras, no la única.-

-No entiendo. ¿Fue tu sangre o no lo que me convirtió en esto?- dijo, señalandose con las dos manos hacia el pecho.

-Si... Y no.- Vanessa sacudió la cabeza levemente. En su mirada se vio un ligero brillo de sabiduría- Tenías mucha de mi sangre en tu organismo aquella noche. Estabas a punto de morir, así que tuve que casi desangrarme para que no murieras. Me imagino que fue tanta sangre la que te di, que alguna cantidad permaneció durante todos estos años.-

-¿Entonces... Tu sangre de alguna manera duró mucho tiempo en mi cuerpo, y cuando morí me convirtió?-

-He ahí lo interesante. Porque resulta que tú no moriste. Te asesinaron. Me imagino que tu muerte fue muy violenta, al igual que la de tus amigos. Que te corten la cabeza debe ser una horrible manera de morir.-

Benjamin sintió de nuevo como si estuviera reviviendo todos los sucesos de aquella noche. Estaba en la sala, tratando de salvar a Yvaine del hombre gigante, cuando sacó la pistola automática y le disparó en la cabeza. Luego estaba él, haciéndole cortes profundos en el cuerpo al mismo hombre con el pedazo enorme de espejo, y al final el golpe de gracia. El impacto de aquella afilada hacha contra su cuello, terminando con su vida humana.

-¿Moriste deseando venganza, querido Benjamin?- dijo Vanessa en un susurro, caminando hasta el sofá donde el chico ahora estaba sentado. Ella se sentó junto a él, y mirándolo a los ojos fijamente, le dijo.

-Eres un vykrolakas, el vampiro de la venganza.-

Vrykolakas: La Venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora