Capitulo XII: La última profecía

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—¿Que haces aquí? —pregunto el chico alarmado— ¿No deberías estar en la cama? —dijo mientras la observaba de arriba a abajo.

—Te vi deambular por lo pasillos con la mirada perdida y me extrañó —dijo Alexia a la defensiva—. Estaba preocupada por ti —agregó.

Harry suspiró con desgano, no estaba en sus planes que alguien le siguiera; mucho menos Alexia. Ahora solo esperaba que no hiciera preguntas incomodas.

—¿A donde va esa escalera? —preguntó la niña interrumpiendo sus pensamientos, mientras que Harry se dijo que solo había sido una esperanza vana el que la pequeña no preguntara—. Nunca había estado en esa parte del castillo.

—Hogwarts es un lugar antiguo y mágico, es difícil que alguien conozca por completo el castillo —dijo el joven mago recordando una vieja escena con Dumbledore, donde este había dicho algo similar—. Debes volver a tu habitación —ordenó Harry

—¿No sería mejor que me acompañaras? —preguntó Alexia con una pizca de picardía en la mirada—. Eres como un profesor, así que Flich no me castigará por deambular a esta hora.

—No puedo, pequeña... —y quiso agregar algo más pero la niña le interrumpió.

—Entonces déjame ir contigo —dijo suplicante, mientras que sus ojos curiosos se desviaron hacia la escalera— ¡Por favor! —suplicó.

El chico lo pensó, hasta el momento no había ocurrido nada peligroso cuando se encontraba con las esferas —salvo cuando le secuestraron, pero eso podría catalogarse como una combinación de eventos desafortunados, más que un peligro real— y por otro lado, Harry sabía que Flich era bastante desagradable con todos los alumnos la mayor parte del tiempo y no le gustaría que Alexia tuviera una mala experiencia como esa, por lo menos no todavía.

Toda esta reflexión no le tomo más que un par de segundos, aún así sintió la mirada impaciente de la niña sobre él.

—Esta bien —dijo el chico al fin—, pero te mantienes cerca de mi en todo momento, a no ser que te diga lo contrario ¿Entendido? —preguntó el mago y la niña asintió con fuerza.

Harry no se sentía muy seguro de estar haciendo lo correcto, pero no veía otra solución mejor. Ambos jóvenes magos, se acercaron a la escalera y luego de dudarlo un par de segundos, los dos pusieron un pie en el primer escalón y este subió por si solo al próximo piso.

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La escalera terminaba en un segundo piso, donde solo había un pequeño rellano que tenía una única puerta de madera a la vista.

Harry y Alexia avanzaron. El primero se acercó a la puerta y giro el picaporte, pero esta no dio ningún atisbo de querer abrirse. Extrañado, el joven mago buscó por la habitación alguna llave o mecanismo que le dejará seguir adelante y se encontró con una placa metálica dorada que tenía varias frases grabada, la cual le había pasado desapercibida antes.

—Doy vuelta y no soy tiempo —leyó Alexia, quien se había acercado mucho antes que Harry—, un secreto se guardar ¿Con mi nombre sabrás dar? —la niña siguió leyendo— un hechizo deberás ocupar —dijo al final, para luego arrugar la frente, parecía no entender de que iba ese párrafo.

—Supongo que habrá que resolver el acertijo —dijo Harry con una sonrisa de suficiencia

—¿Ya sabes lo que tienes que hacer? —pregunto Alexia con incredulidad

Harry solo asintió y luego con un "Alohomora" la puerta se abrió de un golpe. Alexia se sobresalto ante lo brusco de la acción.

—No era tan difícil —comentó Harry mientras encogía los hombros en una señal de indiferencia.

Harry Potter y las profecías olvidadas.Where stories live. Discover now