Capítulo XII: Las novias de Seru.

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El resplandor del Árbol Génesis del monte Letona, tuvo que haber alejado al menos, la Neblina que cubría Ratayu. La experiencia ya les indicaba que cuando bajaran a la ciudadela de Ratayu encontrarían a los habitantes alegres por su aparición nuevamente en el mundo de los cuerdos. La Neblina nubla la racionalidad humana, pero no puede ocultar los sentimientos. Hay quienes, a pesar de estar controlados por un Seru, sufren en silencio y están presos en lo más profundo de sus almas.

La batalla con Songi los había dejado fatigados. El antagónico personaje y excompañero de Gala obtuvo sus poderes de manera inusual. Aparentemente Songi se vio atraído por los Ra-Seru que portaban Vahn y compañía, sin embargo, estaba claro que lo que llevaba en su brazo izquierdo, era un Sim-Seru. No muy distinto al que llevaba Zeto, puesto que, en este enfrentamiento, vieron como el exmonje mutó al momento de la pelea. Ese Seru que lleva lo vuelve cada vez más corrupto y lo deforma al mismo tiempo. Más maligno, más sombrío y más parecido a un demonio. A Gala en el fondo y a pesar de todas las atrocidades que Songi había cometido le guardaba compasión, después de todo era su hermano. El criarse junto a él bajo la misma doctrina era algo que no podía cambiar.

El ambiente en Ratayu no era del más animado. O al menos, no era todo alegría por encontrarse libres de la Neblina. Conocieron a una familia que era dueña de una tienda de suministros. Los integrantes estaban compuestos por Padre, Madre e hija. Esta última de unos diecisiete años de edad llevaba un vestido bastante particular, lo que llamó la atención del grupo, pero por sobre todos a la inocente Noa.

—¡Qué ropa tan bonita!— La ingenua muchachita notó que a pasar de su elogio la jovencita del vestido tenía un semblante triste.

—Gracias, es un vestido de gala...— comentó dando una pausa. —¿Ustedes son los héroes Ra-Seru que alejaron la Neblina, verdad?—

—Es verdad, somos nosotros ¿Por qué esa cara triste con tan hermoso vestido de Gala?— El monje guerrero siempre se notó el maduro, amable y más racional de los tres.

—Tengo que pedirles un favor muy especial.— dijo angustiada.

—Aun no nos has dicho tu nombre.— le recordó Gala.

—Lo siento, mi nombre es Elisa. Quiero pedirles que cuiden de mis padres cuando yo no esté.— bajando la mirada y cambiando a un semblante más triste que aquel que tenía hacía un momento.

—Explícate mejor...— el monje se mostró realmente preocupado.

—Es que antes de que la Neblina cubriera Ratayu fui seleccionada para ser una novia Seru. Varias de mis amigas fueron seleccionadas antes que yo y nunca más las volví a ver. Así que supongo que no volveré. Cuiden de mis padres...— la información suministrada por Elisa asombró al grupo Ra-Seru.

—Eso no es normal ¿Oíste Vahn?- el exmonje buscaba la aprobación de su compañero, que solo le contestó con un gesto.

—Los guardias de Saryu no tardan en venir por mí.— aseguró Elisa.

Abrumada por la situación y precipitada como de costumbre, Noa propone hacer un cambio. Ella se haría pasar por Elisa, tomando su lugar trataría de descubrir que hay detrás de la selección de las novias de Seru.
Tal y cómo adelantó la muchacha, los guardias vinieron a escoltarla por órdenes de Saryu. Noa que estaba siguiendo la corriente de la situación se mostró confiada, a pesar de ir sola a lo que parecía ser una trampa, se tranquilizaba a sí misma alegando que estaba junto a Terra. Tanto Vahn como Gala aguardan que su compañera les informara de lo sucedido con el resto de las jovencitas tomadas para novias de Seru.
Sin embargo, a pesar de mostrarse calma, su nerviosismo comenzaría aflorar cuando atravesará una inmensa puerta doble. Luego de un extenso pasillo comenzó a observar cúpulas que contenían a los costados, a chicas que vestían su elegante vestido de gala. Aparentemente se quejaban de un dolor insoportable, aprisionadas y a la vista de cualquiera que pasara por aquel lugar. De hecho, Noa, con su escasa inteligencia y suprema inocencia, se daba cuenta de la complicidad por parte de los guardias que la escoltaban. Quiso retroceder cuando vio tal atrocidad, pero ellos se lo impidieron apoyando el filo de sus armas en su espalda. —¡Anda camina!— le exigían mientras la agredían. Víctima de la situación, Noa continuó avanzando hasta llegar a una especie de puesto de control. Dos científicos tipeando en sus computadores se aseguraban del estado vital de las jovencitas prisioneras. —Pronto será tu turno.— le adelantó uno de ellos. La reacción de Noa fue intentar escapar, pero a escasos metros Saryu se interpuso en su camino junto a otros dos guardias que lo escoltaban. —Tú, ser una novia de Seru es un enorme privilegio. Sólo aguarda a que llegue tu turno. Tu vida tendrá sentido convirtiéndote en parte de Juggernaut.— Saryu hablaba con un tono extraño, por un segundo Noa lo observó y supo que no se trataba de un tipo común y corriente. —¡Las chicas, esto es terrible! ¿Están muertas?— ella tenía la necesidad de asegurarse. —Aun no.— dijo él. —Pero pronto serán una con el Seru. Ahora vuelve a tu lugar o te pesará.—

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