Capítulo 23

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"Quizás no era amor, tal vez era esa pequeña necesidad de sentir algo diferente. Algo que marcara mi vida por un momento"

—Es Leila —me dijo observándome con una pizca de duda en sus ojos.

—Atendé —murmuré sabiendo que quería hablar conmigo y que no había encontrado otra manera de hacerlo ya que tenía mi celular apagado. Eso significaba que ya sabía dónde estaba.

Empecé a lavar los vasos mientras escuchaba la voz de Marcos que venía del living.

—Sí, está conmigo... Está bien, tranquila... No sé si va a querer... Bueno... Dale, ya le pregunto... ¿Su celular? No sé, no lo escuché... Si, capaz que si... Ya te paso...

Me sequé las manos justo cuando estaba entrando.

—Quiere hablar con vos —anunció lo que yo ya sabía y me tendió el celular.

Lo agarré y fui a la pieza.

—Perdón por no avisarte —le dije apenas llegué.

—¡¿Estás loca?! —casi gritó—. ¿Qué pasó? ¿Por qué no le dijiste a nadie que te ibas? Estaban todos re preocupado Kim, ¿qué pretendías hacer? Encima apagaste el celular.

—¡Perdón! —exclamé sumamente arrepentida al darme cuenta de la estupidez que había hecho—. Estaba triste y ni siquiera pensé en lo que podía pasar, perdón.

—¡Basta de pedirme perdón y decime que te pasó!

Suspiré. Definitivamente no tenía ganas de hablar sobre eso, pero no me quedaba otra. Tomé aire y me dispuse a contarle todo lo que había pasado, desde que había decidido preguntarle a Jony lo que le pasaba hasta que había recibido esa respuesta que aun no lograba comprenderla. En varias ocasiones llegué a temer que las lágrimas volviesen a mí, pero por suerte lo único que sucedió fue que se me quebraba la voz o que el nudo de mi garganta no me dejaba hablar. Al parecer, las lágrimas se habían secado.

—¿Está loco el chico este? —me preguntó cuando finalicé todo el relato—. ¿O es bipolar?

—Puede ser... o quizás inventó todo para no tener que decirme que conoció a alguien más —consideré esa opción, por más que me doliese.

—Sinceramente, ya ni sé que pensar con respecto a él.

—Ni yo —susurré cayendo nuevamente en la confusión.

—Con razón me atendió re cortante cuando lo llamé —me dijo luego de unos segundos de silencio.

—¿Lo... lo llamaste? —pregunté tontamente.

—Nadie sabía dónde estabas y lo primero que se me ocurrió es que quizás él sabía —escuché un tono de disculpas en su voz.

—¿Y qué te dijo? —inquirí demasiado interesada para mi gusto.

—Que no sabía nada de vos y que no habían hablado mucho.

—Ah, bueno.... —murmuré algo decepcionada.

—¿Hablaste con tus papás?

Negué con la cabeza hasta que me di cuenta que estaba hablando por teléfono. Sonreí al percatarme de lo idiota que quedaba.

—No —anuncié finalmente.

—Llamalos porque están re preocupados, hasta hace unos minutos estaban pensando en llamar a la policía.

—¡¿Que?! —exclamé sorprendida—. ¿Están locos?

—No, vos estás loca que desapareces sin dejar rastro.

La distancia no es el fin (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora