30: Coqueteos inadvertidos

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Quieres irte a casa? —pregunta buscando algo mis ojos.

Le sonrío.

—Solo quedan unas pocas horas antes de irme a casa, puedo aguantar.

Se ve escéptico, pero se queda callado y asiente forzadamente.

Termino de comer mi almuerzo saludable al mismo tiempo que Baxter. Los demás hacen todo lo posible para que su conversación sea neutral y puedan incorporarnos en ella, pero todo lo que yo puedo hacer es mirar la mesa sintiéndome ajena a mí misma.

Aún no he tenido la valentía de pensar en mí ni mi futuro como madre. Apenas estoy asimilando que estoy embarazada y que Baxter me ama. Mi mente y corazón no pueden pensar en más.

—¡Baxter! —oigo aquella voz chillona que he aprendido a detestar cada vez más. Heidi se acerca a nuestra mesa con una carpeta de documentos en la mano. Mis amigos se esfuerzan por ignorarla, pero puedo ver que Tracy entrecierra sus ojos al ver a la rubia pavonearse hasta llegar a Baxter. Empuja su cabello rubio detrás de sus hombros en un movimiento aparentemente sutil, pero que yo noto es de coqueteo. Sus pestañas ridículamente espesas revolotean ligeramente cuando sonríe con dulzura. Pone una mano en el hombro de Baxter y se inclina sobre su hombro, colocando los papeles a la altura de sus ojos—. Necesito que firmes estos papeles, ¿puedes acompañarme a mi oficina o prefieres ir a la tuya?

Dios. Esta mujer ni siquiera puede ser sutil.

Me crispa los nervios oír su tono dulzón. Sus labios pintados de rojo sonríen cuando nota que la estoy mirando. Me saluda con leve movimiento de mentón antes de volcar toda su atención en Baxter, quien está mirando los papeles frente a él.

—Déjamelos, yo luego te los hago llegar con Tracy.

—Es que necesito hacerte unas preguntas —murmura.

Mis amigos alrededor están enfrascados en su conversación, pero mi hermana me mira por un breve instante con las cejas alzadas. Aprieto mis manos bajo la mesa. Luego de haberle dicho a Baxter que quiero mantener lo nuestro en privado no tengo derecho a hacerle una escena frente a todo el mundo ahora mismo, pero es todo en lo que puedo pensar mientras noto las claras intensiones de Heidi.

Es tan insoportablemente descarada que tengo ganas de arrancarle las pestañas postizas de un tirón.

—Puedes hacérmelas luego, Heidi, ahora estoy almorzando —responde Baxter. Tanto como Heidi y yo miramos su plato vacío sobre la mesa. Está mintiéndole descaradamente y eso me hace sentir un poquito mejor. Él no quiere hablar con ella y eso me trae mucha satisfacción.

—Pero es urgente —susurra ella con un tono de voz más serio. Su sonrisa altanera se borra y ahora solo queda una mueca que me dedica por un par de segundos como si yo fuera la culpable. Vuelve sus ojos a Baxter, él ni siquiera la mira. Tiene los ojos puestos en los papeles que ahora posee en sus manos. Heidi tiene el descaro de poner su mano sobre los hombros de Baxter y acariciarlo como si estuviera a punto de darle un masaje.

Me levanto tan abruptamente de la silla que esta hace un sonido chirriante al moverse. Baxter también se levanta rápidamente con preocupación en su mirada, antes que pueda decir algo llevo una mano a mi espalda baja.

—Uff, me dio un calambre en la espalda —murmuro entre dientes como si estuviera sufriendo de dolor cuando todo lo que hago es bullir de rabia. Mi hermana sabe que estoy actuando así que sonríe disimuladamente y voltea el rostro, mis amigos se ven preocupados, pero yo ignoro a todos—. Lo siento, creo que iré un rato al baño.

Entre las sábanas | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora