30: Coqueteos inadvertidos

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—¿No tienes nada que contarme? —le pregunto a Megan con un tono de voz plausible, como si fuera una madre quien ya sabe todo lo que su hijo ha hecho y aun así le quiere dar la oportunidad de explicarse. Mi hermana frunce el ceño mientras sigue conduciendo, acelerando cuando estamos aledañas a las calles de la editorial. El día de ayer siendo domingo no quiso hablar nada de lo que ocurrió el sábado cuando Baxter y yo encontramos que ella y Susie llegaron juntas al apartamento, alegando que verían una película.

Por supuesto que no le creí, pensé que se explicaría al día siguiente cuando Baxter se fue a su casa. Pero ella estuvo todo el día actuando como si nada pasó.

Hoy lunes, no es la excepción.

Me mira con inocencia, arqueando sus cejas y abriendo ligeramente sus ojazos verdes.

—No, nada —murmura con un retintín en su voz. Me mira un instante casi riéndose—. Por otro lado, tú tienes mucho que contarme. ¿Acaso te estás vengando conmigo? ¡Anteanoche no pude dormir por todos los chillidos de la cama y sus gemidos! Baxter y tú son mucho más rudos. ¡Qué aguante tienen, por Dios! —Le lanzo una mirada dura, pero como ella está manejando no se da cuenta. Da la vuelta en una calle y se mete en el estacionamiento subterráneo de la editorial—. ¿Te das cuenta de que duermo a unos pasos de tu habitación? He tenido que oír sus gemidos en la madrugada. Es tan frustrante oír el repiqueteo contra la pared. Creo que necesitas una nueva cama.

Levanto la mano.

—¡Claro, como si tú no hubieras hecho nada! —grito fuera de mis casillas—. Los dos meses que Baxter y yo estuvimos separados, tú y Johann follaban como conejos en la habitación de al lado y yo jamás me quejé. Tú solo me has oído una noche y ya te quejas. No me jodas, Meg. He tenido que soportar noches enteradas oyéndolos a través de las paredes delgadas.

—Jamás me dijiste nada —murmura con culpabilidad.

—¿De verdad crees que necesitaba decírtelo? Gemías como una actriz porno a la que está matando con una polla enorme.

Megan resopla al mismo tiempo que ríe, lo que ocasiona que haga un extraño ruido.

—Tú anoche gritabas como una mala actriz porno siendo follada durante toda la noche y sin ha...

—¡Te soporté dos meses! ¿Tú no puedes soportarme un día?

La veo reír mientras aparca en una plaza vacía, me doy cuenta lo que ha hecho Megan segundos después; ha desviado toda la conversación hacia mí para que me olvide de ella y Susie. Está loca si cree que lo haré. Ella tiene su privacidad y la respeto, pero somos hermanas y confidentes, y confío en que hablará conmigo cuando lo necesite.

Entre risas burlonas subimos por el ascensor hasta la planta de la editorial. Nos movemos a nuestros puestos, no sin antes echar un vistazo a las oficinas de los jefes. Ambas puertas están cerradas, lo que significa que ya llegaron. Susie se muestra avergonzada conmigo cuando llega, me saluda escuetamente y se escapa a su lugar de trabajo.

La espina en mi interior de que algo está pasando entre ella y Megan no deja de hincarme. Si ambas se muestran así de... culpables, o avergonzadas, es porque algo han hecho y por eso se sienten así.

A la hora del almuerzo Baxter y Johann nos acompañan en la cafetería. Tras estar varias horas sentada en mi silla ha hecho que tenga un leve dolor en la lumbar. Mi cara de molestia debe ser colosal, porque Baxter inmediatamente me pregunta si estoy bien.

—Sí, solo estoy cansada —digo moviendo mis piernas debajo de la mesa. Mis amigos hacen como si la presencia de Baxter no fuera impactante y conversan entre ellos dándonos un poco de privacidad. Nuestros asientos lado a lado hacen que pueda hablar en voz baja para que nadie más escuche, pero aun así adopto un tono de voz neutral, por aquellos ojos curiosos desde las mesas alrededor.

Entre las sábanas | EN FÍSICOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon