Antídoto Para Un Corazón Roto.

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— si piensas que Hades cederá su trono por una simple piedra, realmente eres más ingenua que yo, no te hará reina si es lo que esperas — emitió en un hilo de voz, ya cansada de mantenerse en pie. Su delicada figura, despues de minutos de guerra y resistencia, tocó el suelo manchando el perlado color blanco con el exquisito carmín de su cuerpo.

— Han tardado mucho para finalmente hacerlo — resonó una voz en el ambiente dejando en evidencia que la diosa no es la única enterada de sus planes.

Nerviosa, buscó a sus alrededores aquel intruso, sin éxito ante su acción. Los cuerpos de la menor y su "hermana" se rodearon de un aura tan brillante que era imposible siquiera poner tus ojos sobre ellas, en el lapso de unos segundos la minúscula gema salió del alcance de la diosa para engullir a ambas, dejándolas descansar en su interior

— y pensar que tenía un gran prestigio en el templo — se dejó escuchar nuevamente aquel chico. La sonrisa volvió a la diosa al reconocer aquella entidad adentrándose en el gigantesco salón.

— ¿Qué ganas tú haciendo esto? — cuestionó observando como el sagitario era rodeado por sus guardias mientras él continuaba su lento caminar hasta le piedrecilla aqua y el moribundo escorpión — ¿crees que ahora serás más aceptado por tu amigo?, Escorpio es un simple niño que no sabe apreciar lo que tiene, o ¿me equivoco, Ofiuco? — El silencio volvió haciéndole creer que aún tenía oportunidad de salir victoriosa.

— lo unico que tú sabes de Escorpio es lo que Ofiuco le ha contado y tontamente ha creído — expuso el peli morado, deteniéndose un par de segundos para ver aquella mirada blanquecina aun con un aura de victoria.

— Sagitario, tú no me debes nada, no tienes razon para estar aquí — comentó el pelinegro bajando por las escaleras que lo separaban de aquel mar de sangre.

— Escorpio tampoco te debe nada, pero tú intentas robarle — aquellas palabras detuvieron los pesados pasos del serpentario — no te preocupes, nadie mas sabe de tu fracaso como un intento de hermano de Zeus —

— ¿Cómo sabes eso? — la rabia del pelinegro se notaba ante el denso veneno que bajaba por sus colmillos humedeciendo sus propios labios.

— No cedas ante sus amenazas, el es solo un chiquillo desesperado por ganar algo de importancia — las palabras de la diosa parecian ser mudas para los oidos de la molesta serpiente que no perdia de vista a aquel sereno arquero.

— si un eslabón cae, como cadena, todos caemos, Layna — expuso el peli morado, — y si uno sube, nos lleva a la cima a todos, ¿no Ofiuco? — cuestionó retóricamente careciendo de temor ante la amenaza del mencionado — en cambio, tú no estás atada a nada y si te desmoronas, nadie lo hará junto a ti... — continuó envolviendo la gema con un paño tan suave como la seda antes de guardarla en un compartimento de la canana* que adornaba su pecho. Al momento de querer retornar, el cuadrúpedo fue rodeado por un par de guardias impidiendo su paso.

— si hieres a una mas de mis creaciones, tu templo caerá al vacío una vez mas — Zeus se dejó escuchar por cada rincón del recinto sembrando el temor en los peones de Layna. Sin ninguna otra palabra, los guardias se apartaron dejando que Sagitario saliese del lugar con la misma tranquilidad con la que había llegado — En cuanto los dos... — sentenció el dios silenciando las quejas de Layna — a Bael no puedo tocarlo, pero ustedes son ahora de mi pertenencia, y con ello, sus actos serán regidos por mi... a menos que deseen la opción con la que sentenciaron a mis creaciones — la amenazante voz del dios quebrantaba las pulidas paredes del templo.

La imagen del rey de los dioses y su mirada de desaprobación cayeron sobre su viejo discípulo. Ofiuco intentaba retroceder, pero una presion sobre su nuca se lo impedía. La densidad del ambiente aumentó con la presencia del mayor de los hijos de Cronos.

— disculpa, Zeus, pero prefiero que me permitas encargarme de todos ellos — pidió Hades con  serenidad en su voz y rostro, mientras sujetaba a la serpiente por el cuello evitando que este se moviera — las deudas son conmigo, más que contigo... lo de tus "hijos", lo pagará Bael, pero Ofiuco y Layna, son mis deudores —

***

Dentro de una cúpula cristalina, en la cima de un pequeño abeto, esperaba una delgada chica rubia, esa dama que solía correr por campos humanos cuando niña, ahora solo reposaba observando cada mínimo detalle que la "envoltura" le permitía. La nostalgia de aquella vez que pisó por primera vez ese suelo e inhalo el aire tan liviano de sus campos. Cuando entre risas y miradas conoció a humanos tan parecidos a aquellos semidioses, los que ellos conocían de maneras muy diferente a como realmente son.

Recordó aquella mirada dulce y tierna de la pequeña Libra, esa chica que volvería a su jardín como la niña rota que nunca llegó a ver. Gracias a ella había pasado momentos majestuosos, momentos que hasta el distanciamiento, podía verlos de una manera más clara y que le hacen tomarle un miedo enorme al hecho de perder a alguien tan cercano.

(No solo fue Escorpio quien deseaba verla nuevamente) murmuró recostándose sobre la rama a la que había llegado después de su agotado intento de recuperar el deteriorado jardín aqua — no la dejes sola — pidió al primer astro nocturno que relucía en el cielo. Tomó aire llenando a tope sus pulmones y dejarlo escapar lentamente como el suspiro más liviano que pudieses sentir — ¿sabes que...? — continuó sintiendo la presencia de su gemelo a los pies del árbol — no me arrepiento de mucho, pero solo pienso en la multitud de cosas que pude evitar, como pude hacerlo e incluso... no dejo de darle vueltas a el simple hecho del ¿por qué fui creada? — expuso mientras el chico escalaba poco a poco para llegar a la misma altura que la rubia — pensar que allá, bajo este cielo que vemos ahora, hay dos chicos engendrados por mi, y quizas algun dia volvamos a reunirnos, donde sea que eso pueda suceder — las lágrimas caían de su rostro sin pena alguna de empapar su recorrido.

— el destino no es dueño de tu vida, pero tú tampoco eres dueño de ese destino — compartió el gemelo recargando su cabeza a sus rodillas retraídas.

— ¿Dónde viste eso, niño? —

— le leí del respaldo de tu cama en tu habitación — expuso sonriendo por su pequeña travesura.

— ya decía yo que era un comentario demasiado inteligente para ti — bromeó recibiendo un leve empujón de su acompañante — la chica viene en camino —

— lo sé, yo también puedo sentir el ambiente pesado —

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sincope*: Pérdida pasajera del conocimiento que va acompañada de una paralización momentánea de los movimientos del corazón y de la respiración, debido a una falta de irrigación sanguínea en el cerebro.

canana*: carrilleras o bandolera es un dispuesto para llevar o para recargar un .



Bajo Cielos Humanos.Where stories live. Discover now