Llamé a la puerta del despacho de Cristian y oí que me dijo que pasara. Al
verme completamente vestida me preguntó:
- ¿Vas a salir?
- Sí, tengo que ir a comprar algunas cosas – le dije – vuelvo en media
hora o tres cuarto.
- Bien, hasta luego, princesa.
- Hasta luego.
Salí y fui hasta a la tienda a comprar algunas cosas que me hacian falta para
la comida. Al volver y tras abrir la puerta oí una voz femenina en el salón.
- Ya estoy en casa – dije tras cerrar la puerta. Y entré en el salón, donde
la escena que veo me dejó un poco impactada.
En medio de la sala estaba Sonia, completamente desnuda y arrodillada frente a Cristian, que se había levantado y le decía:
- Sal de aquí de una puñetera vez, ya te he dicho que lo nuestro terminó
hace mucho tiempo.
- No, no hasta que me hagas tuya, me da igual si tienes otra sumisa,
puedo compartirte, señor.
- Tu estás loca – le dijo Cristian y la cogió del brazo levantándola.
Luego cogió la ropa que estaba a sus pies y se la dió diciéndole:
- Vístete y sal de mi casa ya. Ya te he dicho que he encontrado a la mujer
que me hace feliz y que ya no puede haber nadie más para mí que ella.
Sonia no reaccionaba, así que Cristian la llevó en volandas hasta la puerta, la
abrió y la dejó fuera en la escalera desnuda y con su ropa entre sus brazos.
- Maldita y cabezona mujer – exclamó cerrando la puerta, luego me miró
con pesar – lo siento, preciosa.
- No pasa nada – le respondí.
- Le dejé pasar porque dijo que quería hablar conmigo, no sé, fui un
estupido, lo siento.
- No te preocupes – le dije acercándome a él y abrazándolo – Te quiero.
- Te quiero y quiero que seas mi mujer, en cuanto tengas el divorcio nos
casamos, no quiero esperar más que eso.
Nos besamos apasionadamente y cuando nos separamos me dijo:
- Uf, esa mujer me ha puesto demasiado furioso, necesito desahogarme.
El brillo del deseo llameaba en sus ojos. Y me empujó contra la pared, me besó
apasionadamente y empezó a acariciarme, con sus piernas trataba de
inmovilizarme contra la pared, desabrochó mi blusa, luego me quitó el
sujetador y cogiendo mis brazos los puso por encima de mi cabeza y me ató
las muñecas con el sujetador. De nuevo estaba a su merced. Me subió la falda y metió su mano entre mis bragas acariciando mi clítoris y haciéndome gemir.
- ¡Oh Cristian!
- Te voy a follar – dijo excitado dándome la vuelta y poniéndome de
espalda a él.
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ATADA
RomanceEstar atada y pendiendo de una cuerda puede ser excitante, pero aun lo es más lo que puede suceder después. Ana trabaja como asistenta para Cristian, pero en realidad sus relación es algo más que la simple relación entre jefe y asistenta. El sexo ju...