No me dejes ir (Parte I)

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Parte I

   ¡¿Qué haces aún durmiendo?!   me arrancaron las sábanas de la cama y me dejaron en ropa interior, haciéndo que achinara mis ojos con las manos puestas en el colchon. Me quejé.   ¡Harry! ¡No puedes quedarte así!

   Dejáme.   Mumuré casi sin mover la boca, más bien como si fuera un gemido. Ella se sentó a mi lado.

   No voy a dejarte. Quiero que te levantes ahora mismo   contestó moviéndo mis hombros para que pudiera girárme hacia ella, pero su intento fue nulo. Me golpeó el hombro.   ¿Piensas quedarte todo el día en la cama? ¿Vas a dejar que se vaya?

   Ya no me importa.

   Claro que te importa, Harry, y tu a ella. ¿Por que te mientes?

   No quiero hacerle más daño.

Mi hermana suspiro y aclaró su garganta, en un intento de recuperar su voz, calmándose.

   Te lo estás haciendo a ti mismo   susurró con la mano en mi hombro, paso su pulgar por mi clavícula y despues peinó uno de mis rizos, colocándolo detrás de mi oreja.

Dejó su mano allí, apoyada a un lado de mi cara. Abrí los ojos y pestañeé varias veces, acomodándome en el colchón.

   Lo se. Pero no quiero que ella sufra más. La dejé, lo dejamos. Mejor así. Ella no tendrá nada que la ate a no cumplir su sueño. Puede irse y lograrlo. Solamente quiero que sea feliz.

Apreté la boca. No quería llorar.

   Ella es feliz contigo, Harry. Por favor.

Ahogué un gemido y cerré con fuerza mis ojos.

   Ve a por ella.

Mis ojos quemaban y sentía como los recuerdos del otro día regresaban. Mi mente no dejaba de recordarme como lloraba, como salió corriendo, como podía ver el daño que le había hecho, y aun que fuera por su bien, no podía dejar de sentirme la peor persona del mundo.

¿La quería? La amaba.

Tenía razón, no podía dejar que se alejará, no podía dejar que se fuera, no sin antes decirle cuanto lo sentía y cuanto la amaba. Apreté mis puños y me incorporé.

   Tienes razón. Iré a por ella. Gracias.   Esbocé una pequeña sonrisa y me levanté de un salto, poniéndome los pantalones y buscándo desesperadamente la camisa. Había estado pensando demasiado, cuando solamente debí hacer caso a mi conciencia.

Corrí escaleras abajo, como si pudiera bajarlas todas de un salto. Agarré las llaves y busqué el reloj en la pared.

11:45

 

Mierda. Solo tenía media hora.

Arranqué con toda la rápidez que pude, y pisé el acelerador con fuerza, ignorando cualquier tipo de señal o coche, solo manteniendo la mirada al frente. La aguja que marcaba la velocidad aumentaba. Sin dejar de mirar el reloj, rezaba para llegar a tiempo.

12:05

Bajé a toda prisa, dejándo las llaves dentro del coche y este en marcha, pero no me importaba, solo necesitaba encontrarla a ella. Solo diez minutos, solo diez minutos para que mi vida cambiará si no la encontraba.

Mis ojos miraron a todas partes, con la respiración entre cortada, buscándola con la mirada, desesperadamente. Inhalé y eche a correr de nuevo, sin rumbo fijo. Tenía el corazón palpitando a más no poder en mi pecho y sentí la bilis en mi garganta. Sentía ganas de llorar, de gritar, pero mi voz no salía, solo podía correr.

Miré el reloj.

12:08

Joder, joder, joder. Me moví hacia la recepción. Agarré un lado de la mesa y lo más calmado que pude, hablé.

   ¿Dónde sale el vuelo de las doce y cuarto hacia Londres?   dije, esperando su respuesta. Me miró por unos segundos y buscó en su ordenador.

   Vaya por allí, su vuelo sale en poco más de cinco minutos.   Señaló una puerta a traves del cirstal, situada al otro lado del aeropuerto, el cual solo se podía llegar por un puente. Ahogué un gemido y asentí.

Salí corriendo de nuevo, cuando el reloj marco las doce y diez. Sentí mis piernas endurecerse y solamente pude correr con más rápidez. Esquivé personas e ignoré comentarios groseros e insultos, dejándolos atrás, mientras me movía tan deprisa como podía.

Las letras y el numero que descansaban sobre la puerta se iluminaron, anunciando que los pasajeros de aquel vuelo podían empezar a subir.

Corrí, corrí como no creí que podía hacerlo. Mis piernas reaccionaron, causando un dolor, pero eso no me hizo detenerme. Tenía que encontrarla.

Busqué entre el centenar de personas que se levantaban y entraban por la puerta y la ví. Esperando tres puestos mas atrás, con una pequeña maleta a un lado y el pasaporte en la mano.

Giré y me dejé resbalar hacia delante, encontrando la voz, justo cuando ella estaba por entregar el billete.

   ¡_____!   grité, con la voz fuertemente contenida, haciéndome daño en la garganta.

Ella giró hacia mí, con el pasaporte en las manos y una mirada confundida.

Y cuando la tuve frente a mí, no pude hacer más que abrazarla y hundir mi cabeza en su cuello, sintiendo aquella presión de alivio en mi cuerpo al tenerla entre mis brazos.

One shots/Harry stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora