Momentos así donde nadie la veía, donde nadie la juzgaba por ser como era, ella demostraba una personalidad diferente.

Aunque seguía con sus exigencias y su alto ego. Chloé la trataba con respeto y se preocupaba mucho sobre sus propios problemas.

El sollozo de Chloé la saco de su ensoñación y la trajo de vuelta a la realidad, se sentó a su lado y la abrazo a pesar de sus protestas.
Tenia que desahogarse.

No entendía, realmente no entendía porque Adrien no podía corresponder a sus sentimientos, ella siempre estaba ahí cuando la necesitaba, siempre estuvo para él.

¿Porque no la quería? Ella lo intentaba complacer en todo y no recibía ni un misero vistazo a su presencia. Pasaba de ella y eso le dolía. Le dolía mucho.

Las lágrimas llenaron sus ojos y se abrazo más fuerte a Sabrina.

—¡Ya no se que hacer Sabrina! He hecho de todo para que me quiera, le he dado regalos, preparo sus fiestas de cumpleaños, intente que su padre pasara más tiempo con el y aun así, después de todo el esfuerzo nada da resultado.

Soltó varios sollozos sin menguar en el tono de voz. Ya nada le importaba, le daba igual que la escucharan llorar.

¿De que servía aparentar ser feliz cuando en realidad la estaba pasando tan mal?

—Oh Chloé, no deberías gastar tus lágrimas en algo así. El que te merezca no tendrá que tener motivos para amarte, solo tendrá que aceptarte tal cual eres.

Chloé asintió y siguió llorando en el hombro de su única amiga hasta que ya no le salieron más gotas saladas por los ojos.

Sabrina luego de un rato le trajo un té para calmarse y ella le agradeció cabizbaja.

—Entonces... Son novios, él y esa tonta panadera —dijo mientras bebía un poco del liquido caliente encima de su cama.

—Si, se lo pidió ayer después de clases... Me traje todo lo que le enviaste... ¿Quieres que lo eche a la basura?

Chloé negó lentamente.

—Voy a quemar la carta, puedes quedarte con las rosas. A tu mamá le gustaran.

Suspiro y dejo la taza en la encimera de su velador.

—Gracias, le diré a mamá que van de tu parte... ¿Y los globos? —preguntó levantando las rosas.

—Dejalos aquí.

Sabrina asintió, se escuchó el sonido de un mensaje de texto, y cuando Sabrina lo abrió esta la miro apenada.

—Es mamá, quiere que me vaya a casa, lo siento.

—No importa, vamos te acompañare.

Ambas salieron de la habitación, Sabrina con las rosas y Chloé llevaba los globos en su mano.

Necesitaba tenerlos lejos, ahora solo eran un amargo recuerdo.

El chofer de su padre las llevo a la casa de Sabrina y aunque la chica insistió en que entrara, ella quiso dejarlo para otra ocasión, en realidad no estaba de ánimos y al parecer la pelirroja lo notó en su mirada.

Después de despedirse Chloé se quedó mirando la ventana durante un rato.

—¿Volvemos a la casa Señorita Bourgeois? —cuestionó el chofer mirándola a través del espejo retrovisor.

—No, llevame a un parque...

El hombre acato la orden y en diez minutos estuvieron frente a un parque donde ya casi no quedaban familias. Estaba anocheciendo, pero ella no quería volver a su casa.

Corazón De Hielo [Nathloé]Where stories live. Discover now