Capítulo II: Favores y pagos a ciegas

Magsimula sa umpisa
                                    

— ¡Jagger! —Volteo ante el grito femenino justo en el momento preciso en el que unas piernas se envuelven alrededor de mi cintura mientras labios carnosos dejan un beso en mi barbilla—. Sabía que vendrías.

—Hola, Millie— sonrío de costado.

Millie estudia teología, es una chica inteligente, está definitivamente más que buena y sabe qué hacer cuando la ropa no está. No es una exnovia y técnicamente nunca hemos salido, pero sí nos hemos enrollado una considerable cantidad de veces. En ocasiones suele ponerse rara, algo afectiva y posesiva, pero nada que una conversación de puntos claros no pueda solucionar. Sé que no soy un buen tipo, no me intereso en relaciones y básicamente si me enrollo con una chica es para tener sexo, pero siempre dejo claro mis intenciones porque la mentira no va conmigo.

No dudo que en alguna ocasión pueda llegar una chica que me golpee duro y me haga querer algo más que físico, pero por el momento no ha sucedido, cuando pase, no correré.

No voy prometiendo ser un príncipe, pero si hay algo que mi padre me dijo una vez fue:

"No importa si quieres un beso, su cuerpo o su corazón. Siempre trátala con respeto, recuerda que no vienes del viento, vienes de una hermosa mujer que te ha enseñado a respetar y valores."

Si lo analizas un poco, resultó un poco hipócrita de parte de mi padre que me enseñara esos valores cuando en casa a mamá no le importaba dichos valores, pero por suerte supe captar las palabras y aun si voy a ofrecerles algo rápido y fugaz, me encargo de tratarlas como princesas. Con respeto.

Por eso me hierve la sangre cuando veo idiotas tratando mal a alguna mujer, queriéndose pasar de listos, intimidando o degradando. A ver, que si una mujer quiere irse a tener sexo en cada fiesta con un rollo de una noche ¡Pues bien! Que existimos más de uno que se ha pasado a más de una en estas fiestecitas, como diría el abuelo: lo que es igual no es trampa.

Mientras se esté soltero, libre y sin compromiso, nadie tendría que juzgar a quien con quien intimas, pero algunos idiotas promiscuos, por estos lares, se sienten con el privilegio de llamar a las señoritas: zorras, perras o putas. Incluso entre chicas las escucho llamarse así. No comparto opinión, no lo aplaudo pero cada quien con su idea, ¿Cierto?

— ¿Nos podemos divertir hoy?

—Creo que ya te estabas divirtiendo, cariño —Le respondo sonriéndole. Ríe y me da un rápido beso, señal de marca de territorio seguramente, antes de que la deje sobre sus pies—. ¿Quieres alguna bebida?

—Eso sería amable de tu parte y yo podría luego ser amable contigo —Pasa su dedo índice por el escote de su camisa ajustada que lleva y casi suspiro, no hay manera en la que no reaccione a eso, aun cuando no me planteé divertirme con Millie, el cielo sabe que nosotros sabemos divertirnos muy bien juntos.

—Seré amable contigo incluso si tú no lo eres más tarde — Acaricio su barbilla con mis dedos—. Ahora, iré por nuestras bebidas. No te pierdas, Millie.

Voy en busca de las bebidas, no acepto ninguna mierda que otro me ofrezca; soy del tipo que tiene que servirse su propio trago para saber que está cómo lo quiero y sin ninguna basura alterándola. Es algo que siempre tengo presente, lo aprendí de la manera más dura.

Tomo las bebidas, regreso y no encuentro a Millie, la busco con la mirada y va arrastrando a Callie, su amiga, en muy borracho estado. La deja brevemente con sus otras dos amigas para correr hacia mí. Toma mi cuello y me da un beso muy húmedo y juguetón en la boca.

—Ahora vuelvo, vamos a asegurarnos de que Callie descanse, algún idiota creyó que podía aprovecharse de ella ebria, cómo si no tuviese amigas. Patanes.

Contradicciones (#1 El Negocio)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon