El complejo del sordo

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Su nombre era Julián Bartolomé Río. Él era un hombre tan normal como cualquier otro, su vida era tan similar como la de los demás y su alimentación era igual.
Julián es un hombre de una edad madura, cabello oscuro y de piel clara. A Julián le gustan las camisas de color celeste o blancas si es un lindo día. Este hombre en peculiar, sale todos los días a tomar desayuno al Café Mío que quedaba en la esquina de la calle Fonte Lagos a unos 10 minutos de su casa.
Allí conoció al dueño, quién es una persona muy buena de corazón y trato: el señor Calvino.
Julián se comunica poco con las personas, le cuesta modular y es tímido en ciertos aspectos aún.
Julián es sordo.
Tuvo indicios de sordera a los comienzos de la edad de 27 años y nunca fue tratado por la falta de capital en su vida.
Julián es apartado de su familia, lejano más que todo, y todo por un estúpido mal entendido de dinero entre los tíos y sus padres.
Vaya qué frágil es el dinero, un tema que hay que tomarlo con cuidado.
A la edad de 28 Julián ya había perdido el sonido de la vida por completo. No escuchaba absolutamente nada.
Lo peculiar y fantástico de este hombrecillo, es que al perder los oídos a los 28 años, Julián ya conoce los sonidos de prácticamente todo objeto material. Él se imagina en su cabeza el sonido de los autos en la calle, cree escuchar los pájaros en las mañanas, el sonido de la lavadora, sus canciones favoritas, todo todo todo... excepto una cosa. La comunicación. Él no podía escuchar ni imaginar lo que las demás personas le decían. Era algo completamente relativo, fuera de lo predecible. Una persona, un día, le puede estar hablando sobre el postre que cocinó ayer con su marido y otra sobre el viaje que había hecho en Londres. Era tan relativo y confuso que Julián se decidió no calentarse la cabeza intentando leer los labios a las demás personas para poder entablar una conversación.
Julián Bartolomé ha ido a cursos de lenguaje de señas para poder ayudar a su problema de sordera que ya se viene transformando en un hombre mudo también. Esto, lo limitó a conocer personas, hablar no con cualquiera, pero era mejor esto que no saber nada.

Después de varios meses yendo al curso de lenguaje de señas, Julián aprendió y se volvió alegre  por la emoción de poder, ahora, hablar con la gente.
Su dura lucha con la incomunicación lo tenía sediento desde hacia varios años.
Su primer encuentro con alguien cara a cara fue el martes 16 de octubre a las 9:30 de la mañana en la misma cafetería de siempre. Esta vez intentando impresionar a la camarera hablando en este extraño lenguaje de movimientos, pareció no entenderle y él sacó conclusión de que no todos saben o logran captar el mensaje.
-no importa-se dijo para sí mismo.
Luego lo intentó con trabajadores, amigos, padres, policías, y nada. No hay caso: nadie entiende a Julián.
Julián regresa al curso e intentando hablar con el profesor y este parece confundido.
-No te he visto nunca en mi clase, ¿Cómo te llamas?-pregunta el profesor en señas.
-Mi nombre es Julián Bartolomé Río. Yo soy estudiante desde hace meses...-interrumpiendo su explicación, le dice que se tiene que ir a dar unas clases y que en otro momento conversarían.
Bartolomé, confundido y triste por lo que está pasando, decide ir al médico para hacer su chequeo anual, pero esta vez apresurado, y se encontró con la sorpresa menos gratificante que había tenido.
El médico le entrega un papel dando todo correcto y en orden como decía estar, solo que esta vez había algo agregado. Algo que Bartolomé se percató al primer minuto de tener el papel en la mano.
"Paciente Bartolomé Río padece de incomunicación activa", y no solo esto le impresionó, sino que lo que leía más abajo le hizo voltear su mundo a escándalos. "....este paciente no padece de sordera ni enfermedades hepati..."
¿Qué?, al momento de leer esto, Bartolomé, como niño pequeño, parece confundido e inocente. Se lo cree y empieza a escuchar de vuelta. Todos los sonidos eran más claros, extrañamente como si nunca hubiese tenido sordera. Entiende perfectamente lo que hablan las persona atrás de él, lo que dicen las noticias en la televisión y por supuesto, en cuanto llega el doctor, Julián se abraza sobre él.
-¡¿Cómo lo hizo doctor?!-pregunta Julián exacerbado.
-Yo no he hecho nada-responde el doctor-es simplemente, el complejo del sordo-.

Análisis:
Esta persona, con la discapacidad de comunicarse, es por la consecuencia de enjaularse en su propio mundo, queriendo escuchar solo lo que quiere escuchar.
Uno no siempre se da cuenta de sus errores por sí solo o sola, sino que hay que esperar que alguien más te haga verlos.
"El complejo del sordo" es una breve historia creada por Cristián Núñez, entregando una amplia mirada y libre punto de vista para quien lo lea. Este relato muestra lo que un ser humano es capaz de creer y hacer realidad lo que, a veces es malo, afecta en su vida y relación pública.
La sordera es la metáfora de la incapacidad de poder comunicarse con las demás personas y este humano cubre esta vergüenza con la condición nula de poder oír.
Al momento de darse cuenta que su condición, ingenuo también, se hace verdad hacia la realidad, detiene su actuación incomprendida para poder, ahora, ver lo que los demás ven de él y empezar de cero.

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