Capítulo 7.

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    Mis días en la base de Afganistán transcurrían muy lentamente, en estos meses no he dejado de pensar en lo solitario que es mi vida actualmente, he visto como la mayoría de mis compañeros apaciguaban el aburrimiento con miles de cartas que eran enviadas a sus padres o esposas e hijos.
    No he tenido noticias algunas de mi pelotón y eso conlleva a que no he sabido nada de Amelia y fue como si le diera un respiro a los prematuros sentimientos que habían nacido hacia ella, creo que a pesar de todo mi tío tenía razón, necesitaba esta misión y alejarme de ella para volver a ser el mismo, el problema es que no sabía si realmente quería eso.
    Me encontraba alejado de la base en la que se encontraba mi equipo viendo como un conocido helicóptero arribaría pronto para una nueva misión cuando mi líder se me acercó:
    —¿Todo en orden teniente? —Preguntó tocando mi hombro.
    —Todo en orden señor —Asentí desviando mi mirada hacia mi capitán.
    —Muy bien soldado.
    Mi líder ya era un hombre mayor de unos cuarenta años aproximadamente, se notaba la experiencia y sabiduría en su rostro, supe desde el primer momento que esta misión traía oculta alguna otro trabajo de grave importancia para que nos asignaran a dicho comandante, y tenía una leve intuición que ese helicóptero traería problemas.
    —¿Está casado teniente? —Preguntó mi capitán mientras leía una carta.
    Lo observé con curiosidad.
    —No, señor.
    Soltó una carcajada y fruncí mi ceño.
    —Pues ya deberías hijo, las esposas son un problema —dijo sacudiendo la carta haciéndome saber que su señora era la emisora— pero si es la correcta te levanta el ánimo como un shot de adrenalina.
    Sonreí negando con mi cabeza.
    —Estoy mejor sin ese tipo de problema señor.
    En ese momento el helicóptero aterrizó en la base, poco a poco comenzaron a bajar civiles; sin poder entender de qué se trataba el asunto mi líder me distrajo:
    —Estoy seguro que algún problema hay teniente —Palmeó mi pecho justo antes que mi corazón se detuviera al verla bajar.
    Desde lejos la vi con claridad, de aquel helicóptero bajaba una hermosa chica de cabello rubio y mi expresión cambió por completo. Mi líder volvió a reír con intensidad al darse cuenta de la situación:
    —Te lo dije Teniente, te lo dije —Bromeó y solo sonreí para dirigirme hasta ella.
    Caminé entre la multitud de soldados que vinieron a darle la bienvenida a las extrañas visitas hasta que llegué a ella:
    —¿Emma?
    Aquellos ojos verdes que una vez eran mi mundo me volvieron a mirar de la misma forma que antes:
    —¿Chase? —rápidamente sentí su abrazo y mis brazos la rodearon.
    —¿Cómo es que estas aquí? —Pregunté confundido.
    Emma sonrió y señaló hacia los otros integrantes del grupo de civiles.
    —Vengo con un grupo de médicos a ayudar a los heridos en Qalat.
    —¿Eres doctora?
    —No —Sonrió— soy enfermera.
    —¿Es enserio? —Pregunté aun desconcertado de tenerla frente a mí. Emma dejó su bolso en el suelo para atar su pelo en una cola mientras me sonreía entre dientes.
    —Sí teniente —dijo dándome una leve empujada— ¿Acaso crees que no soy capaz?
    —¿¡Qué!? Nunca pensaría eso de ti. —Reaccioné levantando su bolso para colgarlo en mi hombro mientras nos dirigíamos a su campamento— Es que me tomaste por sorpresa. —Confesé.
    —Estaré aquí por un año, me ofrecí de voluntaria, creo que es lo que realmente necesito para crecer como profesional.
    —¿Un año? ¿No crees que es demasiado para un lugar peligroso?
    —Creo que estaré bien, además tengo buenos soldados que sé que me protegerán —Sonrió dulcemente mientras sus ojos se posaban en mí.
    Sonreí levemente mientras dejaba su bolso arriba de su litera.
    —Supongo que si —me acerqué para despedirme y darle un beso en su frente como solía hacerlo.
    Emma al ver que me alejaba me tomó por detrás rodeándome con sus brazos, apoyó su cabeza en mi espalda y suspiré.
    —¿Cómo has estado Chase? No te imaginas lo mucho que te extrañé.
    Cerré mis ojos y la enfrenté:
    —Creo que estoy mejorando —Mentí pensando en mis pesadillas.
    Noté como una lagrima caía sobre su mejilla y la atajé con mi dedo.
    —Ya todo está quedando en el pasado —Confesé.
    —¿Y sobre nosotros? —Preguntó mirándome a los ojos.
    —No lo sé —me sinceré sosteniendo su mano— pero por ahora debo ir a trabajar.
    Emma asintió. Despabilándose de la situación se colocó una bata blanca y salió de la carpa.
    Refregué mis ojos apenas ella salió, suspiré al sentirme inquieto ante el remordimiento de como actué en el pasado, pareciera que el destino así lo quiso desde un momento y ahora nos volvió a reunir.
    Lo sentí como una segunda oportunidad.
    Una oportunidad de hacer lo correcto, casarme, tener hijos. Una familia.
    Era más que obvio que debía tomar una decisión, Emma se quedaría un año en este lugar y a mí apenas me quedaba un mes.
     Necesitaba alguien que la cuidara.

CHASE © SAGA DISPARA#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora