Capitulo 29. Maraton 3/3

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Llegó justo a tiempo. Fue directo a su oficina, mientras caminaba se quitó el abrigo, arreglando un poco su peinado. Llegó y colocó su maletín sobre su escritorio. O eso intentó. Un cesto de rosas blancas estaba obstruyendo aquella mesa. Frunció el ceño y extrañamente una esperanza surgió desde lo más profundo de su ser, quizá...

Se acercó rápidamente al cesto, dándose cuenta de que había una tarjeta allí, la retiró y comenzó a leerla. La rabia la invadió, rompiendo la tarjeta en mil pedazos, arrojando las flores al suelo, para después comenzar a pisarlas con sus tacones, mientras maldecía por lo bajo. ¿Por qué había pensado que era Christian? ¿Por qué? Sabía que él le regalaba flores rojas.

La puerta se abrió dejando ver a Jose, que al observar la escena, la miró desconcertado.

– ¿Qué pasa? –Le preguntó ella, que se arregló un poco la camisa, acomodándose las tiras que caían sobre su pecho, tratando de arreglarse el peinado.

–Eh...

– ¡¿Qué?! –Preguntó casi gritando.

Carrick quiere verte en la sala de juntas. A todos. Reunión general.

–De acuerdo. –Anastasia se acercó a él, que la dejó pasar por la puerta, ella se paró a su lado un segundo. –Hazme el favor de decirle a los de mantenimiento que desaparezcan esto. –Señaló las flores, para después girarse y encaminarse a la sala de juntas.

Llegó a la sala, todos los abogados ya estaba allí sentados. Incluido él. Trató de actuar lo más normal posible, cuando lo cierto era que su corazón estaba a punto de salírsele del pecho. Se quedó en la puerta por unos milisegundos, después llegó Jose, por lo que entraron juntos, atrayendo la atención de todos.

–Buenos días. –Comenzó a decir ella.

Los abogados le respondieron de la misma forma.

Tome asiento, Rodríguez. –Declaró Carrick. Anastasia iba a hacer lo mismo, pero él la detuvo. –Steele, quiero que dé una presentación.

– ¿Qué? –Susurró, alarmada.

Me entregó la presentación antes de irse, la que le pedí. Lo tengo en la computadora. –Señaló la que estaba encima de la mesa. –Quiero que explique ese trabajo.

– ¿Qué?

–Ya lo oyó. –Declaró, mientras pasaba a tomar asiento, dejando a Anastasia desconcertada y confundida. Oh, por amor a Dios, ¿por qué?

Cuadró los hombros, poniéndose derecha y caminó con paso firme hasta la computadora, siendo consciente de que la mirada de todos los abogados estaba sobre ella. Buscó el documento. Al abrirlo este se reflejó en la pared. Se aclaró la garganta levemente, comenzando a hablar. Realmente no era un trabajo difícil; tenía que explicar brevemente los casos que había atendido desde que había comenzado a laborar allí, incluyendo las pruebas y los resultados de aquellos. Y así lo hizo, al principio estaba totalmente nerviosa, pero comenzó a agarrar confianza a medida que veía la aprobación en los ojos de sus colegas y de su jefe.

Después de unos cuantos minutos terminó, obteniendo los aplausos de los presentes.

Muy bien, Steele, sabía que no me defraudaría.

–Muchas gracias, señor. –Contestó ella, tímidamente.

De acuerdo, siéntese. –Anastasia así lo iba a hacer pero la puerta se abrió, dejando ver a Andrea, una de las recepcionistas.

Disculpen. –Comenzó a decir. –Buscan a la Doctora Steele.

– ¿Quién? –Preguntó ella.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now