Capítulo 8

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Antes de todo quiero decirles que este capítulo es especial, porque no solo dice lo que piensa la protagonista, sino también lo que pienso yo de una forma muy especial, mi manera de decir como veo el mundo. Además que les quiero aconsejar que escuchan el video que pongo al lado. Ya os voy a avisar en el trozo en que tenéis que escuchar la música mientras leéis. Os aconsejo también que, cuando las escuchéis, lo hagáis con auriculares.

Aviso: este capítulo tiene poco diálogo pero es demoledor y muy personal.

Creo que ya tengo la banda sonora de este libro xD

Disfrutad!

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Jake seguía durmiendo. Llevaba dos días igual y me empezaba a desesperar. Eliar se sentía fatal pero, cuando digo fatal, es que nunca se había sentido peor en la vida. Estábamos todo el día junto a él por si despertaba, nos avurríamos sí, pero, en aquellos días supe acerca de la vida de Eliar y Jake, su pasado y como se conocieron.

Como me contó Jake, vivían juntos con la señora mayor, Nan, y, cuando esta murió, decidieron seguir unidos ya que en aquellos años se habían hecho muy amigos y habían puesto su confianza en el otro jurando que nunca se separarían. Su amistad estaba ligada con un lazo tan grueso y fuerte que pocas cosas podría deshacerlo. Y la verdad es que me parecía fascinante. Yo nunca tuve una amiga en la residencia a la que admirar. Cuando Eliar hablaba de Jake, lo hacía con un sincero brillo en los ojos. Me gustaría algún día decir: Mira, esta es mi amiga, con la que comparto todo. Y me gustaría decirlo de verdad, porque estuvo ahí en todo momento, porque sin ella no sería nada. Me gustaría algún día ser tan importante para alguien, hablar de mí con brillo, y yo hablar de ella con fascinación y admirarla por todas sus virtudes y todos sus defectos. Me gustaría algún día tener una amistad tan fuerte como la suya.

Eliar también me contó que Jake nunca fue un chico con el que era fácil vivir. Era muy complicado, en verdad. No solo bebía Eliar, había habido veces que Jake cayó insconciente por el alcohol. No conseguía librarse de él. Luego estaba el tabaco. Eliar siempre le dijo que lo dejara y Jake realmente lo quería también, pero nunca encontraba el momento para hacerlo, para terminar con esa adicción. Eliar tampoco le quería presionar. La infancia de ambos fue dura, pero Jake lo llevó peor; aunque no supiese exactamente lo que vivió, sabía que no era fácil superarlo.

Con todo lo que me contó aprendí una cosa que era digna de valorar: yo habría caído si hubiera vivido todo eso. Ellos se levantaban cada vez que algo se avecinaba para así combatirlo con más fuerza. Como dije antes, su amistad era invencibe.

 (Escuchar aquí la canción Medley - Sunny Choi)

Después de arrodillarme junto a él en el baño del bar, intenté levantarlo a duras penas. Él hizo lo que pudo para no caer. Salimos de allí asfixiados por el sudor de los cuerpos. Cuando subíamos las escalera me estaba muriendo por el cansacio. Todo el peso de Jake estaba apoyado en mí y no es que fuese peso pluma que digamos, aunque estuvira delagado la masa muscular era mucha. Cuando llegamos a la calle, sin querer, cayó y tuve que casi arrastrarlo hasta casa. Los músculos de los brazos me dolían por el esfuerzo, al igual que las piernas.

En casa lo tumbé en el colchón, fui a por una toalla y un bol con agua y le limpié el rostro con cuidado. Era tan hermoso incluso lleno de moratones y el labio roto. Le quité la camiseta a duras penas, y a continuación los pantalones, dejándolo solo con ropa interior. En otro momento, eso sería un poco íntimo pero no quería que llevase la misma ropa apestosa hasta que despertase. Mojé otra vez la toalla y le limpié con delicadeza el pecho. No tenía mucho bello y era todo más plano y más cuadrado, sin curvas. Dios, en serio, era tan, tan diferente y extraño. Tan alucinante. Era incrïble lo que la naturaleza podía llegar a crear y yo viviendo sin saber nada durante dieciocho años. Recorrí con la mirada cada centímetro de él. La verdad era que, el único cuerpo que había visto desnudo era el mío en mi propio reflejo del espejo. Nunca vi otro cuerpo femenino y aún menos masculino, obviamente. Su secreto me intrigaba. Había mucho para imaginar y no sabía lo que pensar de ello. Me reboricé en un intento de "imaginármelo". Por favor no me preguntéis en qué estaba pensando en aquel momento porque ni yo lo sabía. La curiosidad era peligrosa, además que tampoco quería hacer nada pervertido.

Cogí una manta y lo tapé con ella. Me acosté a su lado y, gracias a su lenta respiración, conseguí dormirme.

Al día siguiente lo volví a limpiar, esta vez con la ayuda de Eliar, y le curamos las heridas con el botiquín de medicinas. Los golpes ya parecían más moretones que el primer momento, ya que ya había cogido el típico color morado casi negro.

Hoy por la mañana volvimos a mirarle las heridas y ya estaban bastante mejor. Habían bajado un poco los hinchazones, sin embargo tardarían en bajar del todo. Además, hoy estaba hirviendo y parecía que tuviese fiebre por lo que estaba durmiendo con una toalla fresca en la cabeza.

Yo nunca había estado tan enferma. Quizás fue porque la residencia era lo más limpia posible y no había muchos gérmenes con lo que podías enfermarte difícilmente. Sin mebargo verlo tan bajo de defensas me hacía odiar el lugar de donde venía, odiarlo con verdadera furia. ¿Cómo podían dejar que viviesen de esa manera? Por muchas cosas que ubisen pasado en el pasado, allí se quedaba, en el pasado, por no hablar de que no todo el mundo era igual. ¿Es que habían perdido completamente la cabeza estas personas? Ellos eran los verdaderos enfermos. Quisieron cambiar el mundo ¿para qué? ¿Para esto? Para que esta sociedad "masculina" viviese como la maldita mierda. Estaban todos locos. ¿Tan desesperados estaban? ¿Para hacer estas jodidas demencias? Quería destruirlo todo, absolutamente todo. Y no dejar nada. Quería ver sus vidas venirse abajo como se vino la mía cuando me tiraron como basura aquí. Ni que esto fuera un vertedero. 

No aguantaba más. Las lágrimas estaban en mis ojos sin haberme dado cuenta. Me encontraba mal, me sentía mal por todo. Quería desaparecer. No haber nacido. Quería ir a un lugar donde las cosas fueran... fueran de alguna manera mejor. No deseaba que fueran como antes, ni tampoco como ahora, pero el futuro existía. ¡Existía!  Y ese futuro se iba a hacer presente, y cuando llegase no quería que las cosas fuesen como son ahora, ni como fueron hace 50 años o más. El mundo necesitaba cambiar, necesitaba volverse a crear. Nuestras vidas - las de todos - necesitaban cambiar. La rabia corría por mis venas, las lágrimas seguían en mis ojos y mi respiración se hacía cada vez más agitada. Necestiba descargas todo, todo lo que tenía. Ahora entendía realmente el mundo en el que vivía. Ahora entendía todo lo que había ignorado por mucho tiempo, todo lo que no me contaron, todas las mentiras, todas las afirmaciones falsas. Toda la mierda que había por todos lados.

(Escuchar Everybody's watching me - The nbhd)

Me levanté furiosa y salí de la casa. Ignoré la llamada de Eliar. Lo ignoré todo: el frío, sus gritos para detenerme, Jake, el mundo en el que vivía, el mundo que quería dejar atrás, la rabia, la furia, las lágrimas, el dolor... Y simplemente corrí por la calle. Corrí por la calle que estaba más o menos desierta. Y hasta olvidé las miradas de aquellos hombres. Olvidé que era una chica. Olvidé que era extraña para ellos. Olvidé que existían. Solo estaba yo y mis piernas que corrían mientras entraban en calor. Corrían como nunca lo habían echo. Me sentía liberada. Por fin podía respirar. Me sentía feliz por una vez en la vida, a pesar de todo, podía correr, podía sentirme viva.

No sabía donde iba pero tampoco importaba y, si llegaba al final del mundo ¡pues muy bien! ¡Aquí estaba mundo! ¡Estaba aqui! Dispuesta a luchar por lo que hiciera falta. Estaba aqui porque por alguna razón nací. Porque por alguna razón estaba en el exterior. Las cosas no pasaban por que sí, las cosas pasaban porque el destino lo había decidido. Siempre creí en el destino. Yo estaba aquí, corriendo hasta el final de este mundo, porque el destino quería que llegase a él, quería que llegase a mi meta final. Y yo deseaba eso, lo deseaba como nunca había deseado algo en la vida. Lo deseaba como fiereza, con sentimiento. Porque ese era mi sueño: cambiar el mundo. Hacerlo mejor y... vivir. Y ese debería ser el sueños de todos nosotros. Este debería ser un sueño por el que luchar con rabia y con ganas. Un sueño por el que poner todas tus esperanza, porque, las mías, ya estaban en él.

Así que seguí corriendo, aunque mis piernas estuviesen cansadas, tuviera frío y hambre. Seguí corriendo porque era lo que quería. Seguí corriendo para llegar al final. Seguí corriendo, porque merecía correr por algo, alguna vez en la vida.

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