Después de esa llamada se duchó por un buen rato.

Luego se vistió y tomó su móvil para llamar a Tomás Craig, quien era el gerente de recursos humanos de su compañía.

El teléfono de Tomás sonó tres veces, a la cuarta cuando Edward estaba por colgar, Tomás contestó y casi gritó:

-EDWARD, ¿a qué debo el placer que me llames?

-Tomás, espero no interrumpir nada personal pero la verdad es que como casi nunca te llamo quiero pedirte un favor-.

-Lo que digas, jefe-; le bromeó Tomás.

-Mira-, le dijo. -el lunes llegará una chica que se llama Florencia Martínez, es una latina con un impresionante currículo en su país. Sé que en este país las cosas son diferentes pero te pido que le hagas todos los exámenes y que por favor la consideres para incorporarla de inmediato a la compañía. Mira tú donde estamos un poco faltos de personal y toma la mejor decisión para su incorporación rápida-.

Tomás se quedó meditando en las palabras de Edward. Primero porque nunca le había llamado para pedirle o indicarle algo y segundo porque la candidata era latina y venía recomendada por él, cosa que nunca había hecho con anterioridad.

-¿Tomás, me has escuchado?-, quiso saber Edward.

-Sí, perfectamente.

-Entonces, ¿por qué no me has contestado?

-Bueno, me tomas por sorpresa pero la verdad es que sí contamos con puestos de trabajo vacíos que podemos completar con buenos candidatos. Yo la espero y te mantengo informado de cómo van las cosas con ella ese mismo día. ¿De acuerdo?

-Perfecto, cuídate y nos vemos el lunes-. Finalizó Edward.

Luego de hacer esa llamada, tomó el teléfono de su apartamento y llamó a la portería, al lobby y a todos los accesos del lugar para prohibir la entrada de Laura. Lo último que deseaba era continuar dándole largas a ese tema.

Se preparó para irse a la casa de sus padres. Y se vio al espejo. Comenzó a meditar en todas las posibles palabras que tenía que decirles para convencerlos sobre la entrevista de Florencia.

Bajó al estacionamiento con su maletín de cuero. Llevaba unos jeans color azul. Una camisa rallada de colores pasteles. Botas café. Y abrigo de antílope color café. En vez de optar por la camioneta se dirigió a su Audi sedán color gris y se sentó al volante. Arrancó el motor y se dirigió por toda la ciudad hasta la casa de sus padres.

Al llegar, su madre fue la primera que salió a su encuentro. Cuando se bajó del coche, su madre lo abrazó y lo colmó de besos. Le dijo que lo notaba delgado y le preguntó si se estaba alimentando bien. Al entrar, su hermana Jennifer corrió hacia él y le dio un fuerte abrazo.

Su padre, como siempre, lo saludó con un fuerte abrazo. Así mismo salió a su encuentro su nana Sara, que a su edad, aún seguía sirviendo a su familia.

Después se sentaron en la sala. Hablaron de fútbol, de básquetbol y de la escuela de Jennifer, que ya casi se encontraba por salir del High school.

Luego su padre como buen inquisidor, le hizo la pregunta que todos esperaban, incluyéndolo a él:

-Bueno hijo, ¿de qué quieres hablar?-, preguntó secamente Matheo enfrente a su mujer e hija.

-Mira padre, he conocido a una persona que podría incorporarse a la empresa en algunas de las plazas vacantes con las que contamos en la actualidad. Entiendo perfectamente que debemos pagar el derecho a piso y que todos comenzamos desde abajo pero creo que es el momento para darle la oportunidad a ella-. Finalizó Edward.

Y si te enamoras de miWhere stories live. Discover now