Del árbol de la montaña

2K 10 0
                                    

El ojo de Zaratustra había visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde caminaba solo por los montes que ro­dean la ciudad llamada «La Vaca Multicolor»: he aquí que en­contró en su camino a aquel joven, sentado junto a un árbol en el que se apoyaba y mirando al valle con mirada cansada. Za­ratustra agarró el árbol junto al cual estaba sentado el joven y dijo:

Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo do­bla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan69.

Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Za­ratustra, y en él estaba precisamente pensando.» Zaratustra re­plicó:

«¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mis­mo que al árbol.

Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»

«¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto mi alma?»

Zaratustra sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descu­brirá nunca a no ser que antes se las invente».

«¡Sí, hacia el mall, volvió a exclamar el joven.

Tú has dicho la verdad, Zaratustra. Desde que quiero ele­varme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto?

Me transformo demasiado rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningún escalón.

Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en la altura?

Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es lo que quiere éste en la altura?

¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado estoy en la altura!»

Aquí el joven calló. Y Zaratustra miró detenidamente el ár­bol junto al que se hallaban y dijo:

«Este árbol se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del hombre y del animal.

Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendie­se: tan alto ha crecido.

Ahora él aguarda y aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habi­ta demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?»70.

Cuando Zaratustra hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí, Zaratustra, tú dices verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo des­de que tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo el joven, y lloró amargamente71.

Mas Zaratustra lo rodeó con su brazo y se lo llevó consigo. Y cuando habían caminado un rato juntos, Zaratustra co­menzó a hablar así:

Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres.

Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu bús­queda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.

Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisio­nes72.

Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la liber­tad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala.

El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Mu­chos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro.

Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza!

Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.

También a los buenos un noble les es un obstáculo en su ca­mino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.

El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven.

Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolen­te, burlón, destructor.

Ay, yo he conocido nobles que perdieron su más alta espe­ranza. Y desde entonces calumniaron todas las esperanzas elevadas.

Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día.

"El espíritu es también voluptuosidad" - así dijeron. Y en­tonces se le quebraron las alas a su espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe.

En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe.

Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta espe­ranza! -

Así habló Zaratustra.

68 Éste es uno de los capítulos de mayor impregnación evangélica en su ambientación. Recuerda sobre todo la conversación de Jesús con el joven rico (véase el Evangelio de Mateo, 19, 16 y ss.), pero también el hecho de que Jesús encontrase a algunos de sus prime­ros discípulos debajo de un árbol; véase el Evangelio de Juan, 1, 48: «Contestó Jesús, y le dijo: Antes de que Felipe te llamase, te vi cuando estabas debajo de la higuera. Natanael le contestó: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Contestó Jesús y le dijo: ¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Co­sas mayores has de ver.»

69 Reminiscencia del Evangelio de Juan, 3, 8: «El viento sopla donde quiere; oyes el ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va.»

70 Véase, en la cuarta parte, Del hombre superior, 6, donde vuelve a aludirse a lo aquí indicado.

71 Como en varias otras ocasiones, Nietzsche utiliza aquí la expre­sión evangélica con que se caracteriza el llanto de Pedro tras ne­gar a Jesús; véase el Evangelio de Mateo, 26, 75: «Y enseguida can­tó un gallo. Pedro se acordó de las palabras de Jesús: "Antes que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo fuera, lloró amargamente».

72 Véase antes, De las alegrías y de las pasiones, y más tarde, so­bre todo, Del hijo y del matrimonio, donde se desarro­lla este mismo pensamiento.

ng=DE %U Y

Así habló Zaratustraحيث تعيش القصص. اكتشف الآن