Decimoquinto capítulo

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Sin embargo, poseían algo que sólo el 20% de la población híbrida, mejor conocida como profunda, había heredado, algo que llamaban úragel y los hacía «ver» las cosas de una manera distinta, la cual era excelente para moverse a esa profundidad y estar al tanto de los peligros a los que se exponían. Para ellos los reinos profundos se habían vuelto «ciegos» al mezclarse con los de arrecife y para estos era lo contrario, criticando que la bestialidad que pregonaban aquellos, ya no era necesaria.

—La combinación de dos culturas que chocan entre sí todo el tiempo, eso somos la raza profunda, el punto medio, el nudo de unión y la neutralidad oceánica. Tenemos la fuerza de las bestias, la astucia, así como la lealtad a nuestros reyes, y la gracia de los de arrecife, con ellos la libertad individual y el respeto a lo diferente —mencionó la tutora de Bohu, la señora Basila, en una ocasión mientras impartía sus clases en la biblioteca real—. Es por esto que hemos prevalecido todos estos siglos siendo la raza dominante entre los doce reinos antiguos; se ha demostrado que la ideología que nació con nosotros ha traído bienestar entre países y ciudades independientes. Todo sería un caos si las bestias fueran mayoría y un despropósito de ser los de arrecife.

Escuchar su opinión era interesante y parecía la más correcta de acuerdo a los hechos que se encontraban en los libros de historia oceánica, no obstante, para ser sincera consigo misma, Bohu sentía una vaga fascinación por conocer a un durianco o a un tefrianco en persona, quería entender su filosofía interna, por lo que había leído no era tan mala si se dejaban de lado las crueldades, lo que ocurría era que ellos se apegaban a sus tradiciones más rudas que estaban creadas para proteger tanto a los clanes como a los animales, demasiado arcaicas para su gusto, pero funcionales. Y al mismo tiempo prefería no dárselas otra vez de valiente, un celaeo o acuela de esa raza era feroz y despreciaba a otro que no fuera como ellos.

Una vez expresó su opinión ante su tutora luego de leer el libro de un aventurero que había convivido con un tefrianco por más de una década, al que las bestias desmembraron vivo por escribir sobre ellos tomándolo como burla a sus creencias; y Bohu se ganó una bofetada por demostrar interés en aquello, incluso la señora Basila se lo había arrebatado y arrancado las hojas como si fuera un calamar enfurecido. Y claro que tenía razón en hacer eso, después de vivir la desgracia que un ejército de esa raza había hecho a su país, sólo a Bohu se le ocurriría decir tal cosa.

Decidió olvidar el episodio y seguir con sus estudios, no armando líos por la agresión luego de exigir una disculpa.

Las cosas continuaron con normalidad. Durante el tae investigaba y respondía los talleres que le encargaba la tutora y cuando llegaba el roc se reunía con Atlas para leer, al principio sobre todo lo referente a aquella tragedia y luego se enfocaron en cosas más triviales.

Todo marchaba bien, demasiado tranquilo.

Empero, un descubrimiento reciente despertó en ella una nueva incomodidad y esta vez provenía del Consejo de Nivrán.

«Las farenas nunca son como las venden», recitaba una y otra vez la señorita Moluz desde que el Consejo había expresado sus verdaderas intenciones al permitir que Bohunissa ingresara a Rescatando almas, la famosa organización que aportaba ayuda a las víctimas del ataque de las bestias. Estas farenas eran una especie de crustáceos que se encogían al ser masticados dejando muy poco para consumir, como una venganza en contra de su depredador.

Así mismo era el Consejo.

El plan era bastante sencillo, hacerle creer al reino que Bohunissa se convertiría en la presidenta de la organización, así sin más, y que se encargaría de que todo funcionara como lo venía haciendo. Pero en realidad Drair Hirapna seguiría en su puesto moviendo los hilos desde las espaldas de Bohu y esta sólo acataría ordenes calladita como una buena niña, recibiendo los vítores de la gente y aumentando el número de sus seguidores, sin inmiscuirse en absolutamente nada y con Nivrán creyendo que lo hacía todo.

El reino en lo profundoWhere stories live. Discover now