CAPITULO 10: CONFIDENTE

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Narra Aoi:

Me era difícil acostumbrarme a la idea de que pasarían años para que nos pudiéramos ver... odiaba eso, necesitaba verlo, necesitaba saber que estaba bien, que no... que no me necesitaba. Después de lo que sucedió en el aeropuerto, vi a mi padre furioso, nunca lo había visto tan enfadado- ¡Maldita sea Aoi! ¿Qué he hecho para que seas así? ¿Por qué causas tantos problemas? –Miré al suelo- ¿Enserio quieres ser un maldito maricón? –Negué con la cabeza- Entonces olvídate de ese bastardo, deja de sufrir por un chico inútil que no hace más que llenarte de ideas patéticas la cabeza, tú tienes un futuro en esta compañía y no dejaré que te estanques en amores pasajeros, eso solo es una distracción –Mi padre salió de la casa, aproveché para llamar a Yamato, me sabía su número de teléfono, era muy arriesgado, mi padre rastreaba todo lo que mandaba... así que si le mandaba un mensaje a él, probablemente no sospecharía

Para: Yamato

De: Número Desconocido

¿Estás cuidándole bien?

Envié el mensaje y hubo contestación repentina por parte de Yamato: "Está un poco alterado aún, ya han pasado tres años... ¿Cuándo piensas volverte a aparecer? ¡Maldición Aoi!"

Rápidamente contesté: "¿Un poco alterado? ¿A qué te refieres?" -mi móvil estaba vibrando por los mensajes- "Mira... ha intentado cometer suicidio estúpido... Justo ahora está en mi casa, lo he traído para asegurarme de que esté bien" mi corazón dio un vuelco "¿Qué ha tratado de hacer qué?" Yamato no me respondió, hasta cinco minutos después "Habla con él Aoi, tu padre no rastrea mi número porque ya me conoce, así que hazlo, es ahora o nunca" vi mi móvil "Bien" dije, Yamato me dejó en visto y minutos después hubo una contestación "Aoi, lo siento" – Kei –dije por lo bajo. "Aoi lo siento, yo... yo no quería, lo siento, estoy algo alterado" me limpié las manos, me estaba sudando por los nervios "Cariño... no te preocupes, no hagas tonterías, estoy en una casa horrible, pero pronto volveré, lo juro, así que... por favor, no hagas nada imprudente" Kei me mandó un corazón, yo sonreí "No te preocupes, Yamato cuidará de ti en mi ausencia" le mandé una cara feliz "Lo siento Aoi, soy un idiota... es solo que" miré la pantalla fijamente "¿Qué es?" me dejó en visto- Ya no sé cómo vivir sin ti –me mandó un mensaje de voz, yo se lo respondí- Cariño, no debes sentirte mal, volveré, y si estás llorando me comerá vivo la culpa –una llamada entró de repente- No sé qué hacer Aoi –escuché los llantos de Kei- Mantente fuerte, yo sé que puedes –Kei seguía llorando- ¡No puedo! Estas muy lejos de mí –sentí mi corazón presionando mi pecho- Mantente fuerte, recuerda que cuando regrese, nos casaremos, seremos felices para siempre –le dije mirándome al espejo, me sentía mal, por dejar a Kei solo, no sabía que hacer- Ten en mente eso, ¡Vamos a casarnos! No importa lo que digan los demás –escuché abrirse la puerta era mi padre, se acercó a toda prisa arrancándome el teléfono de las manos- ¡No te metas más en la vida de mi hijo! La arruinas, deja de molestar, si no lo haces, yo mismo me encargaré de que nunca lo vuelvas a ver –colgó el teléfono y lo tiró al suelo, y lo pisó hasta que la pantalla se quebró- Espero que esto no vuelva a suceder hijo –cerró la puerta de un portazo cuando salió, me desplomé en mi cama, sentía que algo dentro de mí se encogía cada vez más- ¡Maldita sea! –lancé el móvil dañado a la pared, estaba furioso, comencé a maldecir con cada grito que daba, las lágrimas descendían por mis mejillas, quería que todo esto fuese un sueño, cerré los ojos, me coloqué los audífonos, saqué mi reproductor mp3, sentí por un momento que todo estaba bien, que mañana vería a Kei, nada pasaría, nada me haría sentir dolor en el pecho, pero me equivocaba, mientras más lo pensaba, sentía que no regresaría jamás con Kei, no lo vería, no hablaríamos, no volvería a sentir sus labios, las lágrimas descendían por mis mejillas de una por una, mi madre entró- Cariño, siento mucho molestarte –no quería ver a nadie- ¿Qué quieres? –protesté- Quiero hablar, quiero saber qué te sucede –le di la espalda, de nuevo me puse los auriculares, sentí su mano en mi hombro, me giré, la miré con odio- Es demasiado tarde para preocuparte por mí, yo no te veo como mi madre –sé que estaba mal desquitarme con ella, me comía las entrañas, pero sentía rabia, porque nunca se había interesado en mí, creía que dándome todo lo que quería bastaría, pero no... lo que realmente necesitaba amor, y ya lo tenía, de una persona maravillosa, y justo ahora me estaban quitando eso- Si no has venido aquí para convencerme de que regrese a mi casa será mejor que te vayas –negó con la cabeza, me quité los auriculares- Quiero intervenir, sé que no es justo que tu padre te impida estar con quien desees, pero él quiere lo mejor para ti –la fulminé con la mirada- Quiere que me pudra en dinero al mantener su compañía –le dije furioso. Ella negó con la cabeza- Entonces si no es eso ¿Qué es? ¿Eh? ¡Dímelo, porque yo no lo sé! –Me miró tristemente- Quiere que tengas una buena vida, tal vez quiera que dirijas la compañía, pero eso no significa otra cosa más que por tu responsabilidad –abrí la puerta- Quiero estar solo, así que por favor sal –ella estaba sentada en la cama, las lágrimas estaban a punto de salírsele- Pero... -la miré- ¡Sal! ¡Ya! – mi madre salió de la habitación, le di un azotón a la puerta y me senté en mi cama, me puse de nuevo los auriculares, necesitaba tranquilizarme, aparentar que lo superaría, aunque por dentro estuviera hecho añicos, tenía que mantenerme en pie.

LA APUESTA DEL MILLÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora