D E C I M O O C T A V O

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—¿Robarás un cadáver o piensas matar a algún interno? Porque quisiera saber antes de ayudarte a cometer un crimen, no para detenerte pero para al menos saber cuántos años nos van a echar encima—comenta viéndome mientras me coloco la ropa que me trajo sobre la mía.

—Ava está en cuidados intensivos, —Veo cómo alza las cejas sorprendido mientras me pongo el pantalón azul oscuro— y tengo que entrar a verla.

—¿Qué? —Se preocupa— ¿qué le pasó?

—No lo sé no me dejan verla porque solo dejan entrar a los familiares del enfermo a la sala de intensivos —explico recogiéndome el cabello para meterlo en el gorro de hospital.

—¿Por qué no solo llamaste a su familia? —Pasa su mano por su cabello tratando de peinarse los descontrolados mechones de cabello que salen de su coleta mal agarrada.

—No tengo el número de nadie, solo el de Ava y nadie me contesta. —Termino de vestirme para verlo fijamente—. Ahora, necesito que entres ahí y distraigas a la secretaria, así no me verá la cara al entrar.

—¿Distraerla?, ¿y qué pretendes que haga? ¿Que entre y le diga que se me atoró un alambre en el pito? —cuestiona casi histérico.

—Solo dile lo que sea, —Lo miro ignorando el hecho de que no deja de ver mi gorro de enfermero como si tuviera un animal trepado en la cabeza— Maven, Ava ha faltado una semana a clase y ella jamás suele ausentarse tanto tiempo, no responde mis llamadas ni ha intentado comunicarse conmigo, me preocupa.

Maven guarda silencio por unos segundos, hasta que lo veo resoplar y sé que lo he convencido de ayudarme nuevamente.

—Está bien, seré tu chico dinamita con una rama en la uretra, pero no te acostumbres.

Sonrío en el momento en que deja la bicicleta en la acera para entrar al hospital, lo veo desde afuera cruzar el recibidor lleno de pacientes, doctores y familiares para hablar con la recepcionista, en cuanto empieza a hablar con ella llamando totalmente su atención sé que es mi momento de entrar. Con cabeza gacha avanzo a través del gentío, uno de los guardiad de la entrada me ve con extrañeza haciéndome sentir nerviosa.

¿Me descubrió? ¿no podría verdad?

Entonces empieza a caminar hacia mi y sé que estoy perdida, veo a Maven con la esperanza de que pueda descifrar mi mirada e idee algo que distraiga la atención de mí.

El castaño me ve un par de segundos y es todo lo que necesita para gritar:—¡Ah!

El grito desgarrador hace voltear a todos hacia él.

—¡Me duele mucho! ¡Me duele ayúdenme! —Dramatiza agarrándose el corazón.

—¿Qué le sucede que siente?

Se acerca una enfermera a agarrarlo de los hombros porque hasta finge un desmayo.

—Escalofríos, una punzada en el pecho, ayúdeme señora tengo mucho frío quiero a mi mamá traigánla.

Sé que no debería, pero casi me río porque ese descarado es huérfano.

—Pero sientate aquí.

—No veo, estoy ciego tengo lucecitas en los ojos —grita fingiendo una hiperventilación.

Pero al parecer este tipo de escenas deben ser bastante normales acá porque eso no evita que el guardia persiga mi trayecto a pasos rápidos, ruego porque Maven me vuelva a ver y entienda que no es suficiente, que necesito que haga algo más pero entre su actuación dramática de dolor en el pecho no voltea sino hasta que el guardia está muy cerca de mí.

Cajitas de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora