Capítulo 2: vida casi perfecta

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Kazuto corrió rápido en su motocicleta hacia la casa de Sinon, habían terminado SAO, se sentía bien de haber compartido una gran y sublime experiencia con ella. Ya habían culminado totalmente el juego, según él, ¿¡Cuántas persona podrían terminar Sword Art Online!? Seguro algo básicamente imposible, pero ambos lo habían logrado.

Su velocidad era la más impresionante en la autopista, pues tenía bastante prisa para llegar. Cuándo terminó su viaje, y llegó a su destino, su novia lo esperaba de pie recostada en el marco de la puerta cruzada de brazos y con una gran sonrisa pintada en su rostro.

Entró con afán a la sala del pequeño apartamento donde vivía y ella sin darle tiempo de decir alguna palabra cerró la puerta y comenzó a hablar primero.

― ¿¡Puedes creerlo!? ―Expresó con felicidad la chica― ¡Terminamos SAO!

―Sí, ¡Es impresionante! ―Indicó con euforia― ¿No crees que merezco mi premio? ―Señaló con una sonrisa pervertida.

Un gran sonrojo se apoderó de sus mejillas.


Tal vez Murmuró divertida, formando una pequeña sonrisa y desviando la mirada se su contrario.

Él chico se acercó divertido a ella, y con su dedo índice movió delicadamente su cabeza para que lo mirara a los ojos, y sin poderlo esperar más sus labios se fundieron en un suave y deseado beso, que poco a poco se fue volviendo más y más ávido y lleno de lujuria y pasión. Sus lenguas se rozaron levemente, y es que aquel tacto había sido dulce, sin evitarlo volvieron a abrir sus bocas a medida que el beso avanzaba para poder sentir aquel plácido tacto de juntar y jugar con sus lenguas.

Y justo después de separase un poco, él la cargo y se poyo en la pared para continuar y después caminar hacia una habitación. Embriagados por el deseo, cada una de sus prendas volaba lejos de la vista de ellos, y entre besos y jadeos pasaron la noche.

[...]

Sus piernas se balanceaban constantemente mientras se mantenía apoyada del borde de la silla. Se paró de repente quedando frente a él, el chico la miró confundido, sin saber el porqué.

Vamos a comer Indicó sin vacilar, mientras su estómago gruñía. Él sonrió de manera burlesca.

Manteniendo esa singular sonrisa en su rostro, tocó por diversión su abdomen mientras reía como un loco. Su contraria frunció el ceño e hiso un puchero mientras se cruzaba de brazos. Él chico suspiró rendido y ladeó una sonrisa.

Bien, vamos Dijo con serenidad, se paró de su asiento y la tomó de la mano para empezar a caminar hacía una cafetería.

Sus pasos mantenían un leve velocidad, no muy rápido. Su abrigo la protegía del frío que empezaba a hacer, ella se empezó a distraer formando con su boca un singular soplo blanco que salía de suspirar aire caliente. Sonrió involuntariamente. Él la miró de reojo, sonrió en sus adentros.

Ambos pararon frente a una cafetería muy linda, cálida y amena; el ambiente era agradable, el olor a café recién hecho se podía apreciar desde afuera. Decidieron entrar, él chico se adelantó y empujó la puerta de vidrio ocasionando que una minúscula campanita sonara avisando su llegada. La chica se quitó su abrigo mientras se acomodaba en una de las mesas, su contrario imitó la acción. No tardó mucho en cuanto la mesera llegara a tomar su pedido, y al instante llegaron con este. Muy eficiente. La castaña se relamió sus labios y agarró rápido su comida, dándole un gran mordisco. Su contrario la miró sorprendido, su pupila se contrajo y frunció el ceño.

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