Capítulo 44

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Dedicado a LauraGarciaPelaez, para nosotras lo eres todo.

Avril.

Nací y me crié en un pequeño pueblo de Texas llamado Wacco, en una comuna con unas veinte familias más aparte de la mía. La Finca, así llamaban a las mil hectáreas de pradera y bosque donde viví encarcelada la mayor parte de mi adolescencia. Una sociedad aparte, que se regía por sus propias normas...incomunicados, apartados de todo y de todos. Nadie excepto unos pocos tenían permiso para rebasar sus muros y si lo hacías eras castigado de manera cruel. Allí viví durante años junto con mi abuela y padres.

¿Padres?... Ojalá hubieran ejercido como tal. Jamás me entendí con ellos, estaban demasiado ocupados con sus responsabilidades para con su gente que apenas tenían tiempo para mí, con ellos todo eran órdenes y obligaciones, nunca un gesto, una caricia... Nada. Si no fuera por mi abuela que me acunaba todas las noches para leerme un cuento ni siquiera sabría lo que es sentirse arropado por una madre.

Una vida sin sentido, vacía, el sentimiento de no encajar en ningún sitio. Esa ha sido mi vida, rodeada de gente y a la vez sola, la única persona que conseguía cambiar eso era él ...Aidan.

" Mientras unos aniñados ojos me miraban al otro lado de la hoguera yo me restregaba la cara con los puñitos haciendo pucheros intentando inútilmente que no se me cayeran las lágrimas.

— Si te ven llorar te castigarán.

— No quiero ponerme esa cosa, Aidan.

— Tienes que hacerlo por nuestra familia. Cuando tengas diez años como yo te acostumbrarás a llevarla.

— ¡No lo haré!

- Entonces te aislarán de todos y no podremos vernos, ¿quieres eso?

-¡No no quiero que me alejen de ti.

Agarró la túnica morada y me la puso por la cabeza para después agacharse a mi altura.

No me gustaba esa ropa, me daba miedo cuando mis hermanos se la ponían, pero lo haría solo por estar a su lado.

- ¿Ves? Ahora nada puede separarnos- dijo cogiendo mi mano.

Me protegía, me hacía sentir segura, incluso cuando nos castigaban siempre conseguía llegar a mí de algún modo. Éramos inseparables hasta el punto de que ya no me importaba tanto llevar aquellas pesadas ropas incluso en verano o no poder salir de la Finca con tal de tenerle cerca. Odiaba a mis padres, no tenía amigos, pero todo eso carecía de importancia porque le tenía a él. Yo era suya y el era mío, eso me decía Aidan, pero con el paso del tiempo todo cambió.

Su cuerpo desgarbado estaba tenso sentado a mi lado, fruncía el ceño y fijaba la vista en la nada. Creo que en ese mismo sitio empezó nuestra historia, en ese mismo lago que ahora se reflejaba en sus ojos haciéndolos brillar. Pero no brillaban por nada en especial, no estaba a punto de llorar al recién enterarse de que iba a perderme ni tampoco lo hacían por todo lo que sentía por mí. Solo brillaban por el reflejo de la luna en el agua, solo eso. Ojalá lo hubiera sabido entonces.

— Ya nunca me miras, sé que me estás evitando. Aidan... Si he hecho algo mal...

Se rio de manera resignada y hundió la cabeza entre sus rodillas.

— No entiendes nada.

_ Entonces explícamelo- dije arrodillándome delante de él y cogiendo su cara entre mis manos. Dos enormes lágrimas nublaban mi vista y amenazaban con desbordarse- Dime por qué ya no te siento conmigo.

Alma de pluma  ••Andy Biersack••Where stories live. Discover now