Uxoricidio

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Yo amo a mi esposa.

Mi esposa ama el color rojo.

Rojos sus labios, roja su ropa, rojo su cabello, rojas sus uñas, roja su pasión desbordante, rojas sus flores favoritas.

Amaba verla de rojo, amaba el contraste del cielo estrellado y su persona, que juntos se hacían ver como un cometa surcando las infinidades del espacio, que subía y besaba la luna para luego caer en picada y estrellarse con el limite de la tierra, o lo que yo creía que era el limite pero no era más que lo que desconocía y no quería conocer, caí en cuenta de que así como los cometas se alejaban de mi, también lo haría mi esposa algún día.

Yo amaba sus ojos, lo juro, ojos negros como dos grandes posos que me tragaban y me hacían caer en un manto de obscuridad en la que me sentía refugiado, algunos llamarían a sus ojos peligro, pero en sus ojos me encontraba yo.

Un día el poso se comenzó a llenar de agua y comencé a flotar, decidí abandonar mi refugio y al salir fuera del poso a lo desconocido, caí en cuenta de que mi esposa estaba rota, de ella caían ríos de luz y en contados segundos abandonaría este mundo como el hermoso cometa que fue, ella se fue, vestida completamente de rojo, perdiéndose en el horizonte de nuestra habitación.

¿Cómo se declara usted?

Culpable, culpable de amar lo que mi esposa tanto amaba.

Culpable de ser el prisionero de sus ojos.

UxoricidioWhere stories live. Discover now