CAPÍTULO 11 - SÁBADO

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—¡Alan! —Alzo la voz, avergonzada. Mi hermano sabe que la única experiencia que he tenido con un chico ha sido pésima, y por eso siempre me dice que debo ser más alocada y dejarme llevar. A veces no entiendo si es un gran hermano o tan solo un idiota—. Basta, me tengo que ir. Te llamo si te necesito. Adiós.

Le doy la espalda y camino hacia mis amigos. Están enfrascados en una conversación y no me ven acercarme hasta que ya casi los he alcanzado. Desde la distancia, siento un gran alivio al notar que ninguno de ellos se ha pasado de formal con la ropa.

—¡Llegué! —anuncio.

—Justo a tiempo —responde Tristán—. Estábamos diciendo que deberíamos ir al teatro apenas abran las puertas así no tenemos que andar pidiendo permiso para pasar entre las butacas ni nada. Además, la obra empieza en menos de una hora.

—Me parece bien —admito.

Los tres se ponen de pie y me saludan con familiaridad. Elena me abraza mientras que los chicos apenas si estrechan sus manos conmigo. Se siente extraño. No sé si estoy siendo muy formal o no. No sé si debería ser más amistosa o no. Abrazar a Tristán me parece incómodo porque Elena está presente. Y abrazar a Julián me parece una pésima idea porque podría malinterpretarlo. ¿Pero estrechar sus manos no es demasiado distante?

No sé, no entiendo esto de las citas. Quizás, hubiese preferido algo más normal como ir al zoo o al centro comercial.

Suspiro, derrotada. Que sea lo que tenga que ser.

Abandonamos el restaurante y caminamos hacia el teatro.

Abandonamos el restaurante y caminamos hacia el teatro

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Nuestras butacas no están tan mal ubicadas, pero me molesta la distribución. En vez de estar los cuatro en una misma fila, dos de nosotros deben sentarse en un sitio y los otros dos justo detrás, en la siguiente hilera de asientos.

Mi inconsciente me dice que me acomode junto a Elena, pero mi cabeza sabe que es imposible. Se supone que esto es una cita.

Antes de que mis amigos digan algo, pido sentarme en la fila de más atrás. No les doy mis motivos y ellos tampoco los preguntan. La realidad es que conozco a Elena y a Tristán lo suficiente como para saber que, si yo estuviese en la fila delantera, se pasarían la noche completa observándonos a mí y a Julián para ver si hablamos, si nos abrazamos o qué.

Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo de solo pensar en la idea.

Me acomodo detrás de mi amiga porque ella es bajita y puedo ver sin inconvenientes por encima de su cabeza. Dejo el bolso en el piso y observo hacia los lados en busca del vendedor de snacks. Quiero comprar algo para beber antes de que empiece la obra.

—¿Perdiste algo? ¿Esperas a otro chico? —pregunta Julián, desconcertado.

—No, pero podrías hacerle algún gesto al señor que tiene la bandeja, ¡ese de ahí! —Señalo—. Tengo sed.

El chico de la mala gramática (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora